• El primer banco germano se atiene a lo peor: unas pérdidas de 6.400 millones en el tercer trimestre.
  • Su negocio se resiente en la misma medida que dejó atrás la banca doméstica, optando por la de inversión.
  • Pero tiene precio: unas provisiones de 1.200 millones para litigios judiciales y un quebrando en banca corporativa de 5.800 millones.
  • El nuevo presidente, John Cryan, no ha cortado la hemorragia de la cuestionada gestión de los dimitidos Jain y Fitschen.
El primer banco germano, Deutsche Bank, vive en un sin vivir fundamentalmente por dos razones: el abandono de su antiguo modelo bancario, de banca doméstica y de servicios, por otro netamente especulativo, y los pufos que tienen que afrontar, en forma de litigios, por saltarse las reglas de juego. Las consecuencias se trasladan de modo fulminante a las cuestas del tercer trimestre, con unas pérdidas de 6.400 millones de euros, según las previsiones de la propia entidad. Dicho de otro modo: Deutsche Bank tiene dos asignaturas pendientes, las multas y una profunda reestructuración. El detonante, en los dos casos, es el mismo: la pérdida de su esencia en el negocio bancario. Es el reto que afronta el nuevo presidente de la entidad desde junio, el británico John Cryan, tras la copresidencia fallida de Anshu Jain y Jurgen Fitschen. Fallida por las multas y el recorte de beneficios, pero muy unidas a lo otro. Los accionistas se hartaron y provocaron un cambio de rumbo. Jurgen Fitschen, no obstante, sigue como copresidente un año más. Por aquello de un relevo ordenado. En cifras. El banco optará por suprimir el pago del dividendo correspondiente a este año, y provisionar 1.200 millones de euros para litigios judiciales. Es el precio de sus irregularidades, que lo convierten en uno de los grupos alemanes más tramposos junto a Volkswagen, Siemens y Bayer. En abril no escapó de la criba y encajó una sanción de 2.500 millones de dólares por haber manipulado los tipos en los índices de referencia para los préstamos entre bancos (Libor, Euribor y Tibor) entre los años 2005 y 2011. Y en estos momentos es investigado por el regulador suizo por posibles acuerdos ilegales en el mercado de metales preciosos. El resto del quebranto, unos 5.800 millones, está precisamente en sus negocios de banca corporativa y de valores. Sitúen en ese escenario la venta de su filial Postbank, siete años después de comprarla. Y así las cosas, en los nueve primeros meses las pérdidas netas ascenderán a 4.800 millones de euros. Como avanzó el propio Cryan cuando al tomar posesión del cargo planteó una profunda renovación porque los costes eran "inaceptables". ¿Cómo se materializa todo eso?: con un recorte de plantilla que afectará a 23.000 personas y la reducción de red y el cierre de operaciones en algunos países. Pero todo eso no es más que un reflejo añadido de lo que sucede cuando la banca de deja de ser negocio. Dicho de otro modo, el Deutsche abandonó hace tiempo la banca al por menor y de servicios, no tan rentable, por la banca de inversión y gestión de patrimonios (la banca para ricos), más arriesgada. Pero con ese modelo, sobra, como quien dice, el 90% de la plantilla bancaria. La gran actividad ya no está en la red, sino en la mesa donde se firman los créditos sindicados, las operaciones corporativas, las grandes transferencias, etc. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com