La clave de los resultados anuales en 2018 del grupo DIA no reside tanto en las pérdidas en sí, que se esperaban, como en la situación crítica que dibujan. No sólo entra en números rojos de 352,58 millones, nada que ver con el beneficio de 101 en 2017.

El balance es demoledor en los principales registros, pero se complica todavía más con las cifras de deuda y patrimonio negativo. La situación, así las cosas, es de quiebra técnica, a la espera de una inyección de capital que le saque de esa situación y a ser posible en breve plazo. De esa solución depende su supervivencia. Es, para que me entiendan, como si el dueño de una casa se deja los grifos abiertos y no vuelve en meses. El tiempo apremia para que recupere la confianza.

DIA, en quiebra técnica, sólo puede sobrevivir con una inyección de capital, con un solo interesado: Fridman

Sobra decir, en ese contexto, que hay un enfrentamiento entre el Consejo de Administración y el fondo LetterOne del ruso Mikhail Fridman. Las distancias, de momento, son insalvables, tanto por el modelo de negocio como por la ampliación de 600 millones, que el principal accionista ha bloqueado con una OPA voluntaria a 0,67 euros por título. El equipo directivo, con Borja de la Cierva al frente (en la imagen), ha presentado las líneas del plan estratégico 2018-2023 (en el documento adjunto). 

No hay ofertas competidoras, además, ni avalistas que apoyen otra opción -los analistas no esperan alternativas-, lo que deja al magnate como único interesado, aunque no ha entrado en los detalles de su operación: lo ha anunciado en líneas gruesas. 

Las goteras están en las ventas (-11%), el Ebitda (-34,8%), una deuda galopante (1.451 millones) y el vencimiento próximo de los bonos

DIA ha añadido al anuncio del anuncio otro sobre el despido colectivo de 2.100 trabajadores, justificándolo en las cuentas con pérdidas. Así es porque los ingresos por ventas han caído un 11%, (7.288 millones), que penalizan un 11,5% el margen comercial y recortan el Ebitda ajustado un 34,8% hasta 337,9 millones, por debajo de la horquilla prevista en el profit warnig de octubre, entre 350 y 400.

La situación se complica más todavía por el problemón de la deuda neta, que ha crecido hasta 1.451,6 millones, un tercio más que en 2017 (945 millones), pendiente de un pago a los proveedores de 1.442 y un patrimonio negativo de 166. Y todo ello, como si faltara algo, se asuma un capital circulante negativo en 718,5 millones. Cuenta en caja con 239,8 millones, un 30% menos que hace un año. 

Al problemón de la deuda se suman los vencimientos de los bonos, de 306 millones en breve. Es lo más parecido, en fin, al paisaje después de una batalla, que sólo se puede arreglar con una inyección de capital y lo antes posible. De lo contrario, los problemas que tienen se agravarán: los grifos siguen abiertos, derramando agua.