Un millón de personas para 440.000 inscritos me parecen muchos manifestantes, pero es igual: han sido muchos separatistas los que salieron a la calle el 11 de septiembre.
Seamos claros: la debilidad y los miedos de Pedro Sánchez han galvanizado a los separatistas y el lavado de cerebro colectivo en que se ha convertido la mitad de Cataluña. Y han provocado que la mitad de Cataluña, la que se siente española, vuelva a sentirse sola.
La manifestación volvió a plagarse de un insulto continuo al Estado, o sea, a España
Lo único que consiguió Rajoy en Cataluña fue mostrar a los radicales que las bromas pesadas podían costar penas de cárcel. Pues bien, eso parece haber desaparecido. La pacifista manifestación se convirtió de nuevo en un insulto continuo al Estado, o sea, a España.
Y el presidente del Gobierno, que tumbó al PP gracias a los separatistas, el mismo que dos años atrás planeaba un tripartito en Cataluña con separatistas como aliados, exige ahora lealtad de Estado al PP y se pone como ejemplo. Lo cual, pues miren, no deja de ser curioso.
Y el presidente del Gobierno que tumbó al PP gracias a los separatistas exige ahora lealtad de Estado al PP
Total, volvemos a los de siempre: Cataluña nunca se independizará, pero sí puede provocar un enfrentamiento civil, no ya en aquella región, sino en toda España, además de retroceder unos 30 años en la formación del espacio único europeo de justicia y de seguridad. Ahora sabemos para qué sirve exactamente la euro-orden, sin que el Gobierno español haya planteado una reforma europea de Schengen.