Ya hemos olvidado que el Covid nació en China. En España cerraron los ultramarinos chinos pero ya han vuelto a abrir. Nació en Wuhan, para ser exactos, en un laboratorio donde, según el Daily Mail, con fuente alemana, los biólogos chinos estudiaban el virus en murciélagos con una subvención norteamericana de 3 millones de libras.
Lo cierto es que todo ello da pábulo a formularse la pregunta que se hace medio mundo, hasta, figúrense, se la plantea ahora el somnoliento presidente de Estados Unidos, Joe Biden: ¿el Covid es hijo de la negligencia china o de la mala leche china? Con más rigor: ¿de la negligencia de los científicos chinos o de la mala uva del Gobierno de Xi Jinping?
Por cierto, muy buena la nota de Moncloa acerca de la conversación telefónica, no más, mantenida entre Pedro Sánchez y Xi Jinping: apostaron por la lucha contra el Covid y por la multilateralidad, Jinping se ha debido quedar encantado con la conversación porque es un bicho peligroso. Sánchez también se habrá quedado encantado, por otras razones.
Pero hay otra pregunta aún más inquietante: ¿El covid es eugenésico? Para ser menos y más ricos, que es para lo que se inventó la eugenesia: el débil molesta, los bebés y los ancianos son los elementos más improductivos de la sociedad.
Habrá que recordar que la bomba demográfica no consiste en que exista mucha gente sino que existan pocos jóvenes. Este planeta puede alimentar a cientos de humanidades pero, seamos muchos o pocos, el envejecimiento conduce a la miseria y la escasez de hijos es la prueba papable de falta de vitalidad.
En resumen, ¿el Covid es eugenésico, es decir, homicida?