Paseo dominical por el Escorial, domingo 2 de Mayo, la gente empieza a quitarse el bozal, al menos en plena naturaleza y cuando puede quitarse el bozal. La rebelión ha comenzado, espero que vaya a más. Porque si no, recuerden las respuesta de Fernando Simón, a una pregunta de Hispanidad: con cada enfermedad infecciosa, vino a decir, aprendemos algo nuevo. O sea, que pretende tenerte con tapabocas para el resto de tu vida. Cuidado.
Prosiguen los engaños. La rostro-pétreo de nuestra ministra de Sanidad, Carolina Darias ha decidido cantar los éxitos de su gestión vacuneril, ahora que los españoles se han convencido de que no pueden elegir vacuna.
Ocurre con las vacunas lo mismo que con la enseñanza privada: tienes que destruirla desde el Gobierno porque si dejaras libertad a los padres para elegir el colegio que quieren para sus hijos, todos elegirían la enseñanza concertada y los colegios públicos se quedarían sin niños y sin trabajo.
Si el Gobierno permitiera que cada español decidiera con qué vacuna se vacuna todos irían a vacunarse con Pfizer… y AstraZeneca no se comería un colín. La ministra de Defensa, Margarita Robles, al parecer el único miembro del Ejecutivo al que le gusta decir la verdad, ha ratificado que el militar muerto en Navarra tras administrarle AztraZeneca... murió por administrarle AstraZaneca.
¿Y por qué esa obsesión con la vacuna de Oxford? Porque se vende a 3 euros, no a 17 euros, pero la vacuna norteamericana es mucho más eficaz, más segura y con menos consecuencias que la británica.
¿Conocen a alguien que no se vaya a vacunar por no gastarse 17 euros en lugar de 3? ¿A qué no?
AstraZeneca es menos segura y más peligrosa que Pfizer pero, miren por dónde, las comparaciones se hacen contra el paciente, no contra otras vacunas
AstraZeneca es menos segura y más peligrosa que Pfizer pero, miren por dónde, las comparaciones se hacen contra el paciente, no contra otras vacunas. Es otro engaño: se asegura que los trombos provocados por la dosis de Oxford son marginales… pero son y la gente no se fía de AstraZeneca, por lo que se la obliga a bautizarse, perdón, vacunarse, con ella.
AstraZeneca es menos segura y más peligrosa que Pfizer pero, miren por dónde, las comparaciones se hacen contra el paciente, no contra otras vacunas. Ya saben: sí ha habido unos trombos pero sólo algunos histéricos, como el Gobierno danés, ha dicho que no la van a administrar más.
En el entretanto, la gente comienza a quitarse la mascarilla por las bravas: lógico.
Al revés que ha hecho hasta el peligroso Joe Biden, en España nadie nos dice cuándo y cuánto vamos a quitarnos el bozal. Se trata de fastidiar.
Al revés que ha hecho hasta el peligroso Joe Biden, en España nadie nos dice cuándo y cuánto vamos a quitarnos el bozal
Por supuesto, el liberticidio también se deja ver en toda Europa: quien no esté vacunado no podrá viajar. Pues yo no me he vacunado y, por el momento, no pienso hacerlo.
Mientras tanto, el virus indio llega a España, por el puerto de Bilbao y por el caso de un extremeño que hizo un master en Madrid y estuvo en contacto con ciudadanos indios. La pregunta sigue siendo la misma: y si no hay manera de evitar los contagios, ¿por qué tantas restricciones? Mejor sería dedicarse a matar al virus, no a esquivarlo.