Este diario de la pandemia tiene hoy cita con Carmen Calvo, una de las amistades peligrosas del Gobierno Sánchez. Ya lo he explicado en mi crónica del Consejo de Ministros. Pedro Sánchez aprovechó la epidemia para convertirse en un tirano y doblegar un sinfín de libertades y el pueblo español, encerrado en su propio hogar, se volvió idiotamente sumiso.
Ahora bien, el cansancio cundió hasta en los más aborregados y 14 meses después Sánchez cede el testigo a las comunidades autónomas y que sean ellas las que afronten el cabreo ciudadano.
Por lo demás continúa la puesta en escena de la vacunación no obligatoria pero sí obligada. Puedes no vacunarte pero si no te vacunas serás un paria lamentable.
Otro engaño: eres libre para no vacunarte pero no podrás, por ejemplo, viajar. Y eso significa que no sólo te fastidiarás tú las vacaciones sino que, además, las fastidiarás a tus próximos. Lo mismo ocurrirá con la vida de amistad, relaciones familiares, etc, etc, etc. Pero eres libre, que conste.
Me preocupa que estemos creando un liberticidio general o una prisión universal, pero no menos me preocupa la hipocresía que estamos criando cuando negamos la evidencia.
Si no te vacunas serás un paria, un marginado, un ‘pringao’. Pero conste que eres libre para no vacunarte.
Por cierto, ¿las vacunas son eficaces? Por lo menos a medio plazo, no tenemos ni idea, pero todo apunta a que vamos a vivir en vacunación permanente, a mayor gloria de las multinacionales farmacéuticas.
Por cierto, ¿por qué no permitir la vacunación privada? ¿No se trata de vacunar más deprisa? La idiocia igualitaria resulta ligeramente molesta y terriblemente injusta.