Según informa La Razón, el ministro de Sanidad Salvador Illa ha relegado a su número dos, el secretario general, Faustino Blanco, y a la directora general de Salud Pública, Pilar Aparicio, en plena crisis por el coronavirus.
Según explica este medio, el paso del tiempo, los fallos cometidos por varios de sus subordinados y el auge fáctico del director del Centro Nacional de Alertas y Emergencias, Fernando Simón, pese a sus erráticas predicciones sobre la pandemia, han hecho perder peso real a Blanco en el organigrama.
El otro alto cargo caído en desgracia es Pilar Aparicio, que, como ya informó La Razón, desapareció de la esfera mediática el 4 de marzo tras realizar una entrevista en Radio Euskadi. Especialista en Medicina Interna y con amplios conocimientos en microbiología clínica y medicina tropical, Aparicio cuenta con buena reputación. Bastantes días antes del 8-M mostró en público su inquietud por la información de Italia y por los riesgos de infección que podían producirse en aglomeraciones de personas en los estadios de aquel país.
Así que, en vez de dimitir él por la desastrosa gestión del Gobierno durante la crisis del coronavirus, Illa ha optado por relegar a dos de los cargos de Sanidad. A eso se le llama coherencia.