El Mobile de Barcelona es un gran negocio para GSMA. Antes de que abra sus puertas la edición de este año -si es que las abre finalmente- la empresa que lo organiza ya ha comenzado a hacer caja con el congreso que se celebrará en febrero de 2021. Es mucho el dinero que se mueve -el Estado pagó más de 160 millones en 2018 únicamente para que siguiera en Barcelona- y que invierten las empresas. Sólo el alquiler del suelo para el stand le cuesta a las compañías unos 1.200 euros el metro cuadrado.
Algunas compañías, sobre todo asiáticas, tiran la casa por la ventana y se gastan millones de euros sólo en este concepto. En 2019, por ejemplo, Huawei destinó más de 7,6 millones de euros sólo al alquiler de los 6.393 metros cuadrados que ocupó, según datos de la organización. La sueca Ericsson, que este año ha cancelado su participación, alquiló 6.052 metros cuadrados, esto es, se gastó más de 7,2 millones, sólo en el alquiler.
Más habituales son los stands de entre 1.500 y 2.000 metros cuadrados, cuyo alquiler se sitúa entre los 1,8 y los 2,4 millones de euros. Sony (también ha cancelado), Samsung, Nokia, Qualcomm, ZTE… están en ese rango. Estamos hablando de un total de unos 120.000 metros cuadrados de exposición, cuyo alquiler supone 144 millones de euros.
Tanto la empresa que dirige John Hoffman como el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat han insistido este lunes en la celebración del evento. Hay mucho dinero en juego, algo que las empresas que han cancelado su presencia han puesto en segundo lugar, por detrás de la seguridad y la salud de sus empleados. No lo duden: el goteo de bajas va a continuar. Este lunes, tras Sony, lo ha anunciado NTT Docomo, el mayor proveedor japonés de soluciones inalámbricas.
Si finalmente se celebra, será el Mobile más descafeinado de la historia, con una participación mínima de directivos y trabajadores. Lo más sensato sería posponer el congreso o, directamente, cancelarlo.