Con esa caradura que le caracteriza, el presidente del Gobierno impartió el pasado jueves, una lección de dos más dos son cinco. Sí ya saben: siempre que un necio asegura que dos más dos son seis y un prudente le corrige, asegurando que dos más dos son cuatro, surge un tercero, que, en pro de la moderación y la tolerancia, acaba concluyendo que dos más dos son cinco.
Sánchez ha decidido acudir, en el bello escenario de un cuartel de la Guardia Civil, a un hermoso espectáculo en el que una apisonadora pasaba por encima de un montón de armas requisadas a grupos terroristas como ETA y los GAL
Y es entonces cuando nuestro muy progresista presidente puso en un plano de igualdad a ETA y a los GAL.
Pues no, dos más dos son cuatro. Lo de ETA es mucho más grave que los de los GAL. Primero porque mataron a muchos más, claro está. Pero hay más razones.
No, en esa odiada, y probablemente innecesaria comparación, los crímenes de ETA me parecen aún peores que los de los GAL, porque como dicen los niños, ETA empezó a asesinar primero y los GAL fueron una respuesta a la crueldad primera.
Es más, siempre he dicho que si Felipe González no hubiera contratado a matones para eliminar a los enemigos de España sino comandos de la policía española… yo lo hubiera justificado. Sé que lo que estoy diciendo es muy fuerte pero lo considero moralmente aceptable. El terrorismo es una forma de guerra, la de los siglos XX y XXI y resulta especialmente grave. Cuando asesinan a inocentes y se esconden detrás de la sociedad o, como fue el caso de ETA, en un país vecino, en mi opinión es moralmente lícito, es legítima defensa, enviar a tus soldados a secuestrar -y si ello no fuera posible matar- al terrorista que se esconde al otro lado de la frontera para ponerle a disposición de la justicia. Los etarras se escondían, además, aprovechando la cobardía del Gobierno de Francia.
Cuando unos asesinos se refugian detrás de una frontera de un país ‘amigo’ como era Francia, para evitarse complicaciones, es de justicia organizar comandos que secuestren a etarras en su santuario y que los pongan a disposición de la justicia española, o si no fuera posible ejecuten a los asesinos etarras. Eso sí, con todas las precauciones para no herir a inocentes, pero sí a culpables, FG no hizo nada de eso porque resultaba peligroso pero lo cierto es que los asesinatos selectivos son la mejor manera de responder a un enemigo con el menor número de muertos civiles -es decir, inocentes- posible. Los israelíes lo han hecho y es algo mucho mejor que un bombardeo, donde mueren inocentes junto a culpables, además de que un bombardeo supone una acción mucho más cobarde y menos arriesgada que enviar un comando por tierra.
Ojalá no fuera necesario nada de esto, pero les recuerdo que el presidente del Gobierno de España, el pasado jueves 4, en Valdemoro, provincia de Madrid, ha ubicado, en paridad de estima a una banda que asesinó a cerca de 1.000 personas y que se niega a proporcionar información sobre 350 asesinatos sin aclarar para mayor desesperación de las víctimas, con los GAL, una reacción ante la impunidad etarra -mala reacción sin duda, que un Estado no puede contratar a matones a sueldo- y que pudo acabar con la vida de 27 personas, no 1.000, la mayoría etarras y casi todos (porque, encima, estos matones eran chapuceros del chapucero Amedo) filoetarras..
En cualquier caso no es lo mismo ETA que los GAL, don Pedro Sánchez. Ni en cantidad ni en calidad. Equipararlos es decir que dos más dos son cinco. Y el problema es que dos más dos son cuatro.