Ya hemos hablado en Hispanidad de las dos almas de Vox, la cristiana y la nacionalista. De entrada: son incompatibles.
Sucedió el jueves 17, durante la sesión de investidura en la Comunidad de Madrid de Isabel Díaz Ayuso. La presidenta pepera del legislativo, Eugenia Carballedo, pidió a los diputados que se levantaran para guardar un minuto de silencio. Los diputados de Monasterio guardaron un minuto de silencio por la última víctima de la violencia ‘machista’, antes no lo hacían. Esta vez sí: al menos, alguno podía haberse santiguado.
Guardar un minuto de silencio es un símbolo masónico, precisamente lanzado para evitar que nadie rece por el alma de un difunto… que es lo que siempre han hecho los cristianos.
El alma cristiana de Vox debe imponerse a su alma nacionalista
Vox debe elegir entre su alma cristiana y su alma nacionalista, que sí, puede acabar en fascistoide… que es donde acaban todos los nacionalismos, de izquierdas o de derechas.
Sí, el adjetivo suena fuerte entre otras cosas porque los comunistas emplean la palabra fascista no como una descripción sino como un insulto, pero me explico.
A medida que pierde su espíritu cristiano Vox se derechiza más. No es un partido ultra, le llaman así porque Santiago Abascal, converso reciente a la fe, es el único que no tiene miedo a manifestarse como cristiano y a defender los principios innegociables para un católico en política: vida, familia, libertad de enseñanza y bien común. Pero si los olvida…
Si pierde su espíritu cristiano, Vox se derechizará más. Para eso, ya nos sirve el PP e incluso Ciudadanos. Además, de esta forma, sí que puede acabar en partido nacionalista, es decir, fascistoide
¿Qué es el fascismo? Fascismo es la deificación de la nación. Y la nación no es Dios por mucho que se la ame. No olviden que Mussolini era ateo. España es muy importante, pero no se le puede venerar ni mucho menos adorar. Eso es una idolatría y ya se sabe dónde acaban las idolatrías.
Además, para eso ya nos sirve el PP e incluso Ciudadanos. No, el alma cristiana de Vox debe imponerse al alma nacionalista.
El resto es opinable.