Tras la reunión de la Conferencia Sectorial de Educación con los consejeros de las CCAA para hacer balance del primer trimestre del curso escolar 2020-21, Isabel Celaá se disponia a atender a los periodistas telemáticamente, a quienes, en primer lugar saludaba contenta al ver a todos los participantes "en plena forma".
Celaá se manifestaba emocionada y satisfecha porque los centros educativos se han mantenido abiertos desde septiembre y tras los malos augurios de algunos a quienes hace tres meses apostar por la enseñanza presencial les causaba una gran preocupación.
Finalizada su intervención y a medida que se sucedían las preguntas, la ministra pasó de estar emocionada con los más pequeños porque son capaces de "cumplir a rajatabla las normas" a perder ese sentimiento para pasar a otro tono muy distinto -mucho menos animado- cuando las cuestiones se centraban, por ejemplo, en la intención del PP de adelantar las matriculaciones de cara al próximo curso para no verse afectados por la Ley Orgánica de Modificación de la LOE (Lomloe).
La ministra respondía que el PP aplica una "estrategia política" que "busca confundir a la ciudadanía". Ha especificado, además, que "no hay tal adelanto" porque, en concreto, la Comunidad de Madrid ya sacó la resolución sobre la matriculación del pasado curso el 18 de diciembre o en 2017 la publicó el 2 de diciembre. "No están adelantando nada", ha enfatizado.
Y si no están adelantando nada y no le han ganado por la mano al PSOE, ¿por qué el portavoz del grupo parlamentario socialista en el Senado, Ander Gil, aseguraba recientemente que "Casado es un experto en trampas educativas"?
Otra de las cuestiones que consiguió borrar la sonrisa de la cara de la señora Celáa - hasta se quitó la mascarilla para responder a la periodista- fue una relacionada con la concertada, que llevó a la ministra a repetir -erre que erre- una vez más que este tipo de educación no corre peligro de desaparecer con la ley que lleva su nombre. Entonces, ¿por qué la concertada está en pie de guerra?