• El Banco Central Europeo pasa de la inspección personal a la máquina.
  • Y a los inspectores del BdE no les gusta.
  • Luego están las celotipias: jóvenes con inglés que dan órdenes desde Frankfurt a veteranos que no saben inglés.
  • Y encima, la lucha entre naciones.
  • El cuerpo de inspectores continúa con sus reivindicaciones históricas: dietas bajas y ascensión lenta en el escalafón.
La inspección bancaria ya no es lo que era. La concentración del sector -menos entidades y más grandes- por un lado, y la centralización de la inspección en el BCE por otro, han transformado esta práctica de manera significativa: se ha deshumanizado. Lo que antes implicaba el traslado de los funcionarios al banco inspeccionado, ahora se reduce al envío de datos a Frankfurt para su posterior tratamiento informático. Un sistema frío que deja escapar los matices que sí tenía en cuenta la inspección presencial, y que no gusta en el Banco de España. Lo cierto es que el contexto actual hace prácticamente inviable el sistema tradicional de inspección, sobre todo por el tamaño de las entidades. Por ejemplo, para elaborar un informe, por ejemplo, sobre el Santander, el Banco de España empleaba a unos 20 inspectores presenciales y tardaba alrededor de un año en hacerlo. Un plazo excesivo que exigía un cambio en la metodología. Ahora, el modus operandi es bien distinto. Llamada desde la sede del BCE (Alemania) al Banco de España pidiendo datos concretos sobre tal y cual entidad. Y es el inspector del BdE el que hace el trabajo de campo solicitado desde el BCE. Porque esa es otra. El nuevo sistema despierta celotipias: jóvenes con inglés que dan órdenes desde Frankfurt a veteranos en España que no saben idiomas. Y luego está la lucha entre naciones. Me explico: en los grupos de trabajo del BCE hay inspectores de todas las nacionalidades, pero el jefe de cada grupo no puede ser del mismo país que la entidad inspeccionada. Eso está muy bien y pretende garantizar la independencia de la inspección, pero tiene un handicap importante: un alemán o un francés no tiene el mismo conocimiento de la banca española que un nacional. Y lo mismo pasa al revés. A todo esto se unen las reivindicaciones tradicionales del cuerpo de inspectores que ocupan el orden del día de la asamblea general celebrada este miércoles en el BdE. Reivindicaciones que se resumen en dos: dietas bajas y ascenso profesional lento. Y el nuevo sistema no ayuda. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com