• El óbito del mayor lobby se ha producido por tres razones: la presiones de los políticos, la desconfianza entre sus miembros y… porque a lo mejor nunca debió nacer.
  • Los grandes banqueros y empresarios no se reúnen ni tienen previsto reunirse.
  • Además, César Alierta e Isidro Fainé se han cansado del invento.
  • Y FG, Galán, Brufau, Roig no quieren recoger el testigo.
  • Pablo Isla y Ana Botín nunca han creído en el CEC.
  • Y cuidado, el CEC pudiera ser sustituido por un cabildeo empresarial más perverso: las encuestas y los señores de la prensa.
  • En el PSOE se empavonan: directores de comunicación de grandes empresas ofrecen su "fuerza mediática" contra Rajoy y por un Gobierno PSOE-C's.
Justo cuando se inauguraba el Registro de Lobbies en la CNMC, el llamado a ser el mayor ejemplar de España, el Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC), ha muerto. Bueno, es un cadáver insepulto pero a lo mejor ni hay exequias fúnebres para él. Fernando Casado intenta rehabilitarlo pero sin mucha fortuna. El que fuera el mayor grupo de presión empresarial del país se muere por tres razones: la primera es la desconfianza de los políticos. Mejor, la obsesión anti-CEC de un Mariano Rajoy que prepara la venganza sobre los empresarios si es reelegido. O sea, que los patronos, por ese lado, tranquilos. En cualquier caso, Rajoy está convencido de que los grandes -por ejemplo, Telefónica, BBVA, Santander y Caixabank- han apoyado la opción de Ciudadanos como nueva derecha y de un PSOE moderado -por ejemplo, con Susana Díaz- de vuelta al poder, aunque sea con Sánchez-Zapaterín. En segundo lugar, por la desconfianza entre sus miembros y las continuas filtraciones sobre sus comentarios y sus estrategias (más importantes los primeros que las segundas). La tercera… porque posiblemente el lobby de la gran patronal nunca debió existir. Por ejemplo, el presidente de Repsol, Antonio Brufau, nunca quiso saber nada de ello. Ahora mismo, los dos grandes mentores, César Alierta e Isidro Fainé, han perdido interés. FG, Galán, Roig y Brufau no quieren coger el testigo y Ana Botín y Pablo Isla nunca han creído en el CEC. En cualquier caso, lo más peligroso es que el lobby CEC, de presión empresarial directa, por tanto, legítima, puede ser sustituido por algo mucho más perverso. Ahora, algunos empresarios pretenden influir mediante encuestas y mediante los señores de la prensa, mediante los editores. Ejemplo, terrible ejemplo: en el PSOE de Pedro Sánchez se lo están pasando pipa con algunos directores de comunicación de grandes compañías que ya les ofrecen su "fuerza mediática", es decir los medios informativos que supuestamente controlan, a favor de un Gobierno de coalición PSOE-Ciudadanos. Se ríen los socialistas pero les encanta, también porque son demasiado imberbes para entender que esas empresas ni controlan tantos medios como dicen ni los controlan tanto como presumen. Pero quedan 'dabuten', los unos y los otros, los dircomes y los zapaterines… Y hay otra forma espuria mediante la cual los empresarios influyentes en los gobiernos (lo de las puertas giratorias es una chorrada de Pablo Iglesias adoptada por el mayor amigo de las altisonancias Pedro Sánchez): las encuestas. Empresarios y banqueros se han dado cuenta de que si controlan una casa de encuestas y se las ceden a buen precio, a muy buen precio, a un medio de comunicación, cocinadas o no, su influencia es mayor que la de muchos almuerzos de hermandad donde se dicen muchas tontunas. Además, hay que aguardar la línea. No me extraña que Marín Quemada, presidente de la CNMC, la del registro de lobbies, haya dicho que cuantos más se apunten mejor. Es lo que se llama transparencia. No es que la gente se vuelva buena con ella, pero con ella  sabemos quién es quién, incluidos los buenos. Eulogio López eulogio@hispanidad.com