El magnate ruso Mikhail Fridman ha pretendido con su OPA sobre DIA, entre otras cosas, noquear al Consejo de Administración, con el que discrepa. Que se salga con la suya, a través de la oferta voluntaria a 0,67 euros por acción, depende de otras alternativas -que aparezca un grupo inexistente, incluso, que puje con un precio más generoso-, pero la realidad, en el mientras tanto y a la espera del resultado anual, muestra lo contrario.
El Consejo, a día de hoy, no cuenta con el apoyo de accionistas relevantes, los bancos acreedores desconfían de su plan de negocio, según fuentes consultadas por Hispanidad -les interesa mucho más, dicho en román paladino, asegurar sus cobros y riesgos-, y no tiene una alternativa a la capitalización de la sociedad tras la oferta de Fridman, acogiéndose artículo 8.f del del real decreto de 2007 que excluye un precio equitativo.
La OPA no sólo ha bloqueado la ampliación de capital de 600 millones, sino que ha dejado al equipo directivo atado de pies y manos. Entre ellos, el consejero delegado, Borja de La Cierva, o el último fichaje, Jaime García Legaz (en la imagen), que se juegan el puesto. De igual modo, LetterOne no ha llegado de improviso, sino con un plan calculado, con las cuentas hechas y un calendario en el tiempo.
Faltan los accionistas de relieve, salvo el que le puede llegar con las participaciones agrupadas de tres minoritarios para hacer “un frente común estable y significativo” (sic). Entre los tres suman un 3,24% -por encima del 3% y, por tanto, una “participación significativa”-, pero poca cosa frente al 29% del principal accionista.
Los bancos acreedores están pendientes de un acuerdo con LetterOne: le interesa más cubrir sus riesgos
Eser respaldo posible, con todo, es una incógnita: el acuerdo de sindicación de títulos registrado en la CNMV (en el documento adjunto) no pasa de una declaración de intenciones, a la espera, quizá, de más apoyos. Si llegara al 10%, por ejemplo, podría hacer frente a una OPA de exclusión de DIA (requiere un control del 90% de la sociedad).
El único interesado en comprar DIA es LetterOne. Esa es la otra realidad inevitable, aunque incomode: nadie, ni fondos de inversión ni empresas, se ha pronunciado en ese sentido. El silencio es atronador.
Lo más probable, en ese escenario, es que LetterOne haya enviado un mensaje contundente al Consejo de Administración para que se “abstenga” y sólo desde ese punto de vista se entiende que haya dejado abierta la posibilidad de apoyar la OPA de Fridman, como hizo en el comunicado del miércoles.
¿Claudicante? No, realista. O cede o cae, no le queda otra. Por supuesto, puede opinar sobre la oferta -lo contrario sería ingrato con los accionistas-, aunque ha retrasado hacerlo hasta que la CNMV autorice la oferta de L1 Retail (la división de comercio minorista de LetterOne).
El equipo de gobierno es un 'Consejo okupa' para el el primer accionista tras la renuncia de sus tres representantes
Ahora bien, también puede mirarse como un Consejo okupa -tras la renuncia de los tres únicos representantes del capital-, que se expone, encima, a una querella criminal de LetterOne. Es lo que ocurría si obstruye la OPA, incorporando al orden del día de la Junta, por ejemplo, la ampliación bloqueada. También por las cuentas anuales, si el ruso encuentra irregularidades consistentes para disimular los estados financieros. La deuda reconocida es una cosa y la deuda oculta es otra, muy distinta.
De momento, el Consejo de ha limitado a poner algunas salvedades a Fridman, como la “incertidumbre” que supone que LetterOne haya condicionado la oferta a un acuerdo con los bancos acreedores con los que negocia (lo ve hasta un ciego, aunque el fondo negocia para alcanzar un acuerdo) o que anuncie una prórroga de las líneas de financiación sindicadas por 896 millones hasta marzo de 2023, pero condicionada a la ampliación de 600 millones.
Es la misma operación, casualmente, que no quiere L1 Retail, que depende del visto bueno de la CNMV, y que propone a cambio otra de 500 millones, suscribiendo su parte de la ampliación y asegurando el balance restante.
El Consejo espera al visto bueno de la CNMV sobre la OPA para opinar, pero se expone a una querella criminal si la obstruye
Los tres accionistas que han agrupados sus títulos son Naturinvest (2,93%), la sociedad de Gregoire Bontoux, ex accionista de Carrefour -antigua matriz de DIA-, y los hermanos Pablo y Pedro Gómez-Pablos Calvo (0,22 y 0,088%, respectivamente).
No es la única maniobra. La Asociación de Accionistas Defensores de DIA, creada hace tres días, también ha expuesto sus quejas, aunque puede representar al 1% de capital si se unieran todos los pequeños. La mayoría han vendido ya.
Discrepan con el precio ofrecido o la “pasividad” de la CNMV en los meses de tormenta del cuarto trimestre, en pleno declive de DIA, en bolsa y en cifras tras el profit warning de octubre.
Sebastián Albella ya ha contestado -a su manera, como siempre- diciendo que la CNMV está atenta, pide la información a quien corresponde y no ha detectado “asimetrías” en ese sentido.
Albella, que ha aprovechado su presencia en Spanish Funding -un organizado por la Asociación para los Mercados Financieros de Europa-, se ha pronunciado en contra de una acción concertada para desplomar la acción de la cadena. A su manera, como siempre, ha salido con una declaración sorprendente: “Muchas veces son los bajistas” los que tienen la “agudeza visual” para detectar las debilidades de una compañía, que “en el caso de DIA, además, se ha producido de un modo especialmente significativo”.