La historia es sencilla, la intrahistoria resulta un poco más increíble.
La historia es que el banco británico TSB, propiedad del Sabadell, tuvo un fallo informático en un proceso de adaptación de su base de datos. Con él dejó inoperativos a centenares de clientes. Al final, se solucionó el asunto.
La cosa ha terminado con que la presidenta del Comité de Economía de la Cámara de los Comunes, Nicky Morgan, (nada que ver con el pirata, creo), ha enviado una carta al presidente del TSB instándole a cesar al ceo de la entidad, a saber, Paul Pester, quien ya había puesto su cargo a disposición de la entidad.
Eso de que una diputada de Westminster se atreva a pedir el cese de un ceo de un banco privado tiene bemoles. Y el Banco de Inglaterra no ha dicho esta boca es mía.
Pero la intrahistoria es la clave. El problema es que Banco Sabadell sólo se le permitió comprar TSB pero con condiciones draconianas. El Banco de Inglaterra decidiría el sistema informático que debía aplicar (precisamente el que falló) y, sobre todo, quiénes debían dirigir la entidad. O sea, el Sabadell pagó por el TSB pero sólo manda por delegación.
Y así siguen.
Pero ahora son ingleses que pelean con ingleses. Así que el Consejo del TSB ha dicho que nones, que ni su presidente ni su ceo piensan dimitir. Otra cosa es que hablara el regulador, el inspector, el Banco de Inglaterra. Pero por ahora no lo ha hecho.
¿Es sostenible el caso TSB? Es que el problema ahora sería cómo salir.