La muerte de Gerald Cotten, CEO y cofundador de la empresa canadiense de criptomonedas QuadrigaCX, ha dejado bloqueado en el acceso a sus depósitos, de 150 millones dólares (en euros, unos 190 millones). Sólo él tenía la contraseña, como ocurre en las películas de suspense y ahora en la realidad de un mundo virtual, como el bitcoin.
La propia página web de QuadrigaCX informa al respecto, con mensaje de la Junta Directiva fechado el 31 de enero, en el que da cuenta de sus “problemas financieros (falta de liquidez) para dar servicio a los clientes”, lo que le abocada al concurso de acreedores.
El mensaje añade que ha intentado “localizar y asegurar las reservas de criptomonedas en monederos fríos (cold wallets)” pero, “lamentablemente, esos esfuerzos no han tenido éxito”. Complicada tarea porque sólo Gerald Cotten, que falleció el pasado 9 de diciembre al complicarse su enfermedad de Crohn, tenía la llave para abrir el depósito con los fondos, o gran parte de ellos, en criptomonedas. Ni su mujer, Jennifer Robertson, tiene ese código.
La plataforma queda abocada a su disolución o venta: sin el código de acceso, no puede pagar a sus clientes
QuadrigaCX se ha quedado así, sirva el ejemplo, como si el Departamento del Tesoro de EEUU se quedara sin llaves para entrar en la bóveda de acero y hormigón de la base militar de Fort Knox (Kentucky), donde guarda las reservas de oro (4.500 toneladas), que respalda el dólar.
QuadrigaCX se planea ahora vender la plataforma de cambio, ya cuestionada por en su día por problemas legales. En concreto, el Banco Imperial de Comercio de Canadá (CIBC) congeló sus activos por 26 millones de dólares tras observar irregularidades en el proceso de los pagos.
Como en las películas de suspense pero en la realidad del mundo virtual de las criptomonedas
Es, así las cosas, una nueva alerta del peligro que subyace con las criptomonedas, la criptobolsas y las casas de cambio. Tener bitcoins en casa no es problema, como sí aparece en esas plataformas cuando son hackeadas o, como ahora, con los depósitos en un limbo.
En eso casos, el cliente puede perder todo y sin derecho a reclamar nada, básicamente porque nadie respalda el activo. Normal que los reguladores hayan dado el grito de alerta ante un riesgo incontrolado. Otra cosa es que el bitcoin, que asusta a los Estados, viene de perlas a los bancos.