Si algo no gustaba a la Reina de España era el deporte. Cuerpos que se mueven, unas veces con rapidez, otras, incluso, con violencia, y, sobre todo, cuerpos que transpiran -sudar es demasiado vulgar- y desprenden un olor un tanto desagradable, desde luego, no apto para alguien tan culto y distinguido como Letizia.
Una anécdota que lo ilustra: en cierto sarao, la reina Letizia hablaba animadamente con el fallecido Salvador Gabarró, presidente de Gas Natural Fenosa. En eso que la monarca -republicana, sí, pero monarca- llamó la atención de Ignacio Sanchez Galán, presidente de Iberdrola, presente también en el sarao, y le espetó lo siguiente: Ignacio, aprende de Salvador y su compromiso con la cultura, no como tú, que solo patrocinas deporte.
En julio recibió en La Zarzuela a las jugadoras de la selección española sub-17 de fútbol que en mayo se convirtieron en campeonas de Europa
Pero tranquilos, Letizia ha dado un giro. La misma que quería que el almuerzo de los españoles solo tuviera un plato y que fuera todo a base de vegetales, se ha pasado al lado oscuro y en julio recibió en La Zarzuela a las jugadoras de la selección española sub-17 de fútbol que en mayo se convirtieron en campeonas de Europa.
Aquello supo a poco. En el deporte hay que darlo todo y Letizia lo hizo y de qué manera: este domingo no solo se marchó a Tenerife para ver, in situ, el partido de baloncesto entre España y Bélgica, sino que, tras el partido bajó al vestuario -ella, en cuerpo presente- para felicitar a las jugadoras de la selección que lograron el bronce. La Reina se ha hecho feminista y le gusta el deporte... femenino.