Moody’s ha rebajado la calificación del Grupo DIA en el peor momento, en plena renegociación de la deuda, algo que le penalizará por la vía del coste financiero. Un jarro de agua, en fin, adaptado a los peores pronósticos de la agencia.
Pero el problema de DIA no es sólo la deuda sino en el negocio y la reconversión de modelo, lo que suscita no pocas dudas en las franquicias, una amplia red en la que se concentran un tercio de los establecimientos del grupo. Si las condiciones empeoran, los franquiciados se lo pensarán, entre otras cosas por la imposibilidad de tener una relación directa con los proveedores.
La rebaja de la calificación de Moddy’s es un jarro de agua fría: elevará la deuda y el coste para financiarla
Se trata de la segunda rebaja en menos de dos meses, después de la de octubre, tras el demoledor profit warning lanzado por DIA. Sin embargo, la acción sube en bolsa este viernes, en torno al 3%, a pesar de los malos pronósticos. El rating de solvencia sigue en la categoría de bono basura, pero peor (de Ba2 a B2, en concreto). No sólo eso, la agencia avanza también que la perspectiva es negativa; o sea, puede volver a rebajarla.
La explicación no es otra que los últimos resultados presentado, en los que omitió el beneficio, por lo que todo apunta que cerró el periodo en pérdidas, como ya hace entrever la caída del Ebitda (-24,1%). A eso se añade el retraso en la presentación del plan estratégico, otra muestra del declive en el que se encuentra.
Para Moody’s, esa situación puede presionar la liquidez del grupo en los próximos meses. Hay que tener en cuenta la cuota de mercado que pierde en España, al tiempo del impacto que sufre en sus cuentas por la situación en Brasil y Argentina por la devaluación de sus monedas, el real y el peso.
Ese horizonte, con el negocio menguante, lleva al aumento de deuda, para esquivar el concurso de acreedores, y ese es el frente en el que se encuentra en estos momentos, aunque los analistas dar por supuesto que tendrá que pagar más para financiarla. Es más, Moody’s cree que la deuda neta se elevará hasta seis veces el Ebitda el próximo año, frente al límite de 3,5 veces que ha pactado con los bancos.