Los grandes empresarios españoles –a los que se alude como el Ibex 35, aunque la denominación deja fuera a empresas clave–, no se fían del presidente Pedro Sánchez. Las dos reuniones que ha mantenido el presidente del Gobierno con empresarios han resultado un fiasco.
La primera, solo para empresarios, con motivo de la convocatoria de la Fundación Carolina. En ella, Sánchez habló de Hispanoamérica (América Latina como prefiere decir). No estaba mal, pero los empresarios esperaban mucho más: esperaban una declaración de intenciones que no se produjo, para sorpresa general. Precisamente de ahí surgió aquello de “nos evita”. Y de esas reuniones también surgieron las alusiones a la “timidez extrema” o, simplemente, a la “chulería” del presidente.
Especial desconcierto provoca su errática política fiscal
La otra reunión fue en la tumultuosa de la Casa de América, con Baltasar Garzón más en primera fila que ningún empresario.
Reunión general, pero de la que los empresarios, al fin de cuentas invitados al acto, esperaban algo más que un discurso político sobre la reforma constitucional.
No, los empresarios no se fían, lo que se dice nada, y en sus conciliábulos se refieren, además de a su chulería, a que se trata de “un presidente que huye de la realidad”.
Luego están los enfrentamientos casi directos, como los habidos con la presidenta del Santander, Ana Botín, que no acude a las reuniones de empresarios con el presidente y que, además, ha llegado a plantear (a través de su antiguo CEO) la salida de España.
El resumen podría ser este: el presidente nos evita; evitémosle nosotros a él
O lo de Álvarez Pallete, a quien Sánchez considera culpable por no haber desterrado a las tinieblas exteriores a César Alierta, a quien tiene atravesado, desde cuando las primarias con la Susana Díaz. O Florentino Pérez, a quien Sánchez considera un látigo de la derecha pepera (¡Qué tontería! Florentino solo es florentiniano).
Especial desconcierto provoca su errática política fiscal. En 100 días ha habido 100 anuncios y ninguna concreción.
El resumen podría ser este: el presidente nos evita, evitémosle nosotros a él. Por ahora, eso es peligroso. Más peligroso para los empresarios que para el gobierno, aunque también es verdad que el Ibex 35 vive de una esperanza. No durará mucho tiempo.
Claro que lo mismo dijeron con Zapatero y tuvieron que aguantarle ocho años.
No hay química.