- "La mejor inversión que se puede realizar es en la gente, en las personas, en las familias; la mejor inversión es crear oportunidades".
- "Cuando el bien común es forzado para estar al servicio del lucro, y el capital la única ganancia posible, eso tiene un nombre, se llama exclusión y así se va consolidando la cultura del descarte".
- "Soñar en un México donde el papá pueda tener tiempo para jugar con sus hijos, donde la mamá pueda tener tiempo para jugar con sus hijos".
- "La misericordia de Dios es nuestro escudo y nuestra fortaleza".
- "¡No más muerte ni explotación!".
En la última etapa de su visita a
México, el
Papa Francisco visitó
Ciudad Juárez, en la
frontera con Estados Unidos, alrededor de las 10 de la mañana, recoge
Zenit.
En uno de sus actos, el Pontífice dijo que "uno de los flagelos más grandes a los que se ven expuestos los jóvenes es la falta de oportunidades de estudio y de trabajo sostenible y redituable que les permita proyectarse, y esto genera en tantos casos, tantos casos, situaciones de pobreza y marginación". "Y esta
pobreza y marginación es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el círculo del narcotráfico y de la violencia", lamentó.
Ante este drama, Francisco señaló que "Dios pedirá cuenta a los
esclavistas de nuestros días, y nosotros hemos de hacer todo lo posible para que estas situaciones no se produzcan más". También destacó que "la mejor inversión que se puede realizar es invertir en la gente, en las personas, en las familias". "La mejor inversión es crear oportunidades", insistió.
A continuación, el Santo Padre reconoció: "Sé que lo que estoy planteando no es fácil, pero sé también que es peor dejar el futuro en manos de la corrupción, del salvajismo y de la falta de equidad". "El lucro y el capital no son un bien por encima del hombre, están al servicio del bien común.
Y, cuando el bien común es forzado para estar al servicio del lucro, y el capital la única ganancia posible, eso tiene un nombre, se llama exclusión y así se va consolidando la cultura del descarte", aseguró.
El Pontífice invitó a todos los presentes "a soñar, a soñar en un México donde el papá pueda tener tiempo para jugar con sus hijos, donde la mamá pueda tener tiempo para jugar con sus hijos". "Eso lo van a lograr dialogando, confrontando, negociando, perdiendo para que ganen todos", concluyó.
Luego,
en la misa multitudinaria en la frontera, durante la homilía, el Pontífice aseguró que "la misericordia nos alienta a mirar el presente y confiar en lo sano y bueno que late en cada corazón". "La misericordia de Dios es nuestro escudo y nuestra fortaleza", precisó Francisco, recoge también
Zenit.
Además, explicó que "
no hay gloria más grande para un padre que ver la realización de los suyos; no hay satisfacción mayor que verlos salir adelante, verlos crecer y desarrollarse".
Y ese es precisamente el misterio de la
misericordia divina. "Se acerca e invita a la conversión, invita al arrepentimiento; invita a ver el daño que a todos los niveles se esta causando", precisó Francisco.
Asimismo, el Santo Padre recordó que son las lágrimas las que pueden "darle paso a la transformación", "ablandar el corazón", "purificar la mirada y ayudar a ver el círculo de pecado en el que muchas veces se está sumergido", "lograr sensibilizar la mirada y la actitud endurecida y especialmente adormecida ante el sufrimiento ajeno", "generar una ruptura capaz de abrirnos a la conversión".
Por otro lado,
el Papa reconoció que en este año de la misericordia y en este lugar, quiere "implorar la misericordia divina" y "pedir con ustedes el don de las lágrimas, el don de la conversión".
Haciendo referencia a esta ciudad, tal y como sucede en otras zonas fronterizas, el Santo Padre señaló que aquí se concentran miles de migrantes de Centroamérica y otros países, sin olvidar tantos mexicanos que también buscan pasar "al otro lado". Por eso dijo que se trata de un camino cargado de terribles injusticias: "Esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tránsito humano".
El Papa hizo referencia a esta crisis humanitaria, que calificó como tragedia humana global. Por eso, precisó que aunque se puede medir en cifras, "nosotros queremos medirla por nombres, por historias, por familias". Son hermanos y hermanas –aseguró– que salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado.
Al respecto, denunció que frente a tantos vacíos legales, "se tiende una red que atrapa y destruye siempre a los más pobres". Y así hizo referencia a la injusticia que se radicaliza en los jóvenes, 'carne de cañón', perseguidos y amenazados cuando tratan de salir de la espiral de violencia y del infierno de las drogas. Dedicó también un pensamiento a tantas mujeres a quienes se les ha arrebatado injustamente la vida.
Finalmente, el Santo Padre invitó a pedir a Dios "
el don de la conversión, el don de las lágrimas", tener el corazón abierto "a su llamado en el rostro sufriente de tantos hombres y mujeres". Y exclamó "¡No más muerte ni explotación!".
José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com