• Aunque la auditoría sigue siendo su negocio principal, la consultoría es el que más aumenta en el último año.
  • Al final, la Ley de Auditoría que aprobó el Gobierno no fomenta la independencia del sector, sino el oligopolio de las cuatro grandes.
  • A todo esto, ¿qué le ocurre a la auditora cuando se descubre que las cuentas auditadas de una empresa no son las reales? Nada.
La recuperación ha llegado definitivamente al sector de la auditoría. Mejor, a las 'Big Four': PwC, Deloitte EY y KPMG y al quinto jugador, BDO. El caso es que todas ellas han aumentado significativamente sus ingresos en lo que va de año, especialmente EY y PwC, que se ha colocado en el primer puesto del ranking mundial. Ahora bien, lo que más han aumentado estas firmas no es su negocio de auditoría, sino el de consultoría, precisamente el que no deberían poder realizar: no se puede ser, al mismo tiempo, el árbitro y el entrenador. Pero la situación es la que es y tanto EY como PwC han incrementado su negocio de consultoría a doble dígito y por encima del de auditoría. En el caso de EY, la consultoría ya representa el 25,4% del negocio de la compañía frente al 39,6% de la auditoría. En el caso de PwC la diferencia es menor: la consultoría aporta el 31,8% de los ingresos y la auditoría el 42,9%. De las cuatro grandes, Deloitte es la única cuyo negocio principal ya no es la auditoría (27,8%), sino la consultoría (34,6%). Sea como fuere, la facturación total de las 'Big Four' en 2015 ha alcanzado los 123.651 millones de dólares (unos 112.898 millones de euros), frente a los 120.341 millones de dólares de 2014, según publica este viernes El Economista. El negocio, como se ve, marcha bien, sobre todo para las 'Big Four'. Y seguirá siendo así, también en España, donde la Ley de Auditoría que aprobó el Gobierno Rajoy no sólo no acabará con el oligopolio de estos gigantes sino que lo alimentará. Recuerden: uno de los puntos fuertes de la norma consiste en establecer un límite máximo de diez años, prorrogables a 14, para que una misma firma audite a una compañía. Según el ministro Luis de Guindos, de esta manera se fomenta la independencia del auditor. Pero en realidad se fomenta lo contrario. Para lograr lo primero, lo lógico hubiera sido hacer todo lo contrario: reducir el plazo de auditoría. Si una auditora sabe que su contrato sólo dura un año o, como mucho, dos, difícilmente se le podrá presionar. En definitiva, la ley que Guindos anunció en su día se fue aguando a medida que pasaba el tiempo y al final su impacto será menor. A todo esto, ¿qué le ocurre a una de estas 'Big Four' cuando se descubre que las cuentas auditadas por ellas no se corresponden con la realidad? Nada de nada. Y no hace falta irse muy lejos para ver ejemplos concretos: Deloitte con Abengoa o BDO con Pescanova, entre otros. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com