Estaba la ministra portavoz, Isabel Celaá, diciendo, en la sala de ruedas de prensa de Moncloa, que siete grupos parlamentarios han escrito al Papa Francisco para que Franco no sea enterrado en la Almudena. Curiosamente, a su saldo, la titular de Hacienda, María Jesús Montero. Asimismo, Montero, la única ministra de Sánchez capaz de sonreír, había dicho que al Gobierno le parecía excelente que el obispo de Madrid, Carlos Osoro, aceptara el cadáver de Franco en La Almudena. Con una razón clara: es un cristiano.
Pues bien, la ministra portavoz asegura que la vicepresidenta del Gobierno se había puesto en contacto con el secretario de Estado Vaticano para impedir a la Iglesia que entierre el cadáver de Franco. Y más, Celaá advierte que el Gobierno “se siente comprometido” con los grupos parlamentarios que han escrito una carta al Papa Francisco.
Y lo curioso es que, para muchos católicos, Franco no debería ser enterrado en La Almudena
La persecución al cadáver de un hombre muerto hace 42 años se ha convertido en una obsesión de la izquierda española y en una de las exigencias explicitadas por Pablo Iglesias.
Porque, a todo esto, ¿qué hacemos con el cadáver de Franco?
Lo más curioso es que muchos católicos, entre ellos el que suscribe, no son partidarios de enterrar a Franco en La Almudena. Sí, era un cristiano, pero los hombres de Estado, militares, estadistas… no deben figurar en templos. Los santos sí, pero a los santos se les representa adorando a Dios, no siendo adorados por los feligreses.