El Rey Juan Carlos I ha anunciado, en carta dirigida a su hijo, el rey Felipe VI su retirada de la vida pública. Lo hará a partir del 2 de junio.
Natural, cada vez acudía menos al despacho que se le había instalado en la Casa Real. Lo cierto es que su hijo, el actual Monarca, cada vez le ofrecía menos quehacer. Juan Carlos I se había convertido en una enviado a sepelios, cosa no especialmente agradable para un personaje de espíritu jovial.
Juan Carlos I quiere recuperar su círculo de amigos ahora que su relación con su esposa, la Reina Sofía, ha mejorado considerablemente durante el último año.
Y no, no se trata de enfermedad. Juan Carlos I no sufre ningún cáncer avanzado, quizás porque algunos confunden su historial clínico con el de algún familiar.
Su retirada coincide con la estabilidad de la agenda regia entre el Rey y la Reina Letizia
Sufre de movilidad, ciertamente, sobre todo ahora de las rodillas, pero lo cierto es que se va porque le aburre lo que hace.
Por eso, hace mutis por el foro y su decisión coincide con la estabilización de la agenda regia. En plata: que doña Letizia ha aceptado su papel de reina y ya no se niega a acudir a nada. Es más, ha aceptado que la educación de su hija Leonor, heredará al Trono, no es una cuestión personal suya, dado que no sólo es su hija sino a la Reina de España. Pero, al menos, doña Letizia ya no está fuera de control.
Pero lo relevante es que la retirada del apoyo de Juan Carlos I, un hombre aún muy bien relacionado en los cinco continentes y un monarca mucho más conocido en España que su hijo, abandone su actividad pública acentúa, aún más la soledad de Felipe VI, que podía pasar la historia como eso, como el Monarca solitario.