El Santander hace y deshace, a conveniencia -midiendo riesgos- tanto en las empresas en crisis en las que ha pivotado su reestructuración como de las que se ha ido antes de que ocurriera. Ha decidido, con igual criterio, reducir un peldaño más su participación en Abengoa, que ya no tiene nada que ver con el nivel que llegó a tener en el la fase final de la reestructuración financiera.
No ha vendido, además, en el mejor momento, tras la presión del reducto accionarial de los Benjumea, cuya única explicación es el ruido, y mientras bolsa, el único protagonismo están en las acciones A, presas de la especulación y de la volatilidad a unos días de que entre en vigor la orden de BME, suben más del 5%.
Supone, en cualquier caso, un gesto de desconfianza hacia la ingeniería andaluza o lo que es lo mismo, que no termina de creerse la nueva Abengoa. Sobre todo, si tenemos en cuenta el protagonismo del banco de Ana Botín en el proceso de la ingeniería, de la fue primer acreedor bancario, del mismo modo que en Duro Felguera, donde ha sido inflexible en su condición sine qua non de una ampliación de capital (125 millones) para evitar la quiebra de la ingeniería asturiana. Acusaba el mayor riesgo financiero de los acreedores (54%).
Calcula el recorte, un 04% por encima del Estado, saldada en un 3,1% tras la reconversión de deuda y avalista de la nueva liquidez
El Santander mide los riesgos, por tanto, en los remedios de empresas en crisis. También fue determinante, por igual motivo, en la falta de arreglo para sacar del pozo Isolux, donde se retiró antes que el resto de bancos al vender a Goldman Sachs la mitad de su deuda que acumulaba (400 millones). No sentó bien a la banca, por cierto, que no le informara previamente.
La participación del Santander en la andaluza durante los primeros pasos postcrisis fue del 9,7%, que quedó en un 2,4% cuando empezaron cotizar las acciones de la ampliación de capital (marzo 2017), algo mal entendido entonces los accionistas, aunque seguía como primer accionista.
Paradójicamente, Abengoa ha vuelto a pedir un aval al Estado en la última línea de liquidez
Posteriormente, tras la compra del Popular por 1 euro (junio 2017), su participación se elevó al 6,898%. La redujo unos meses más tarde (noviembre) al 4,9%, y ahora al 3,5%, un estratégico 0,4% más que el Estado (3,1%), tras la reconversión de deuda por capital. Está, en concreto, en dos fondos adscritos a la Secretaría de Comercio, dependiente del Ministerio de Economía: el Fondo de Reserva de los Riesgos de la Internacionalización (FRRI), cuya gestión de cobertura corre a cargo del Cesce (la compañía de Seguros de Crédito a la Exportación) y el de Inversiones en el Exterior (Fiex), que gestiona Cofides.
Paradójicamente, Abengoa ha vuelto a pedir un aval al Estado en la última línea de liquidez por 62,5 millones a través de Cesce, enmarcada en los cambios del tramo 2 pactado en la anterior reestructuración de la deuda.
Paradójicamente también, en la negociación con el Santander para la emisión de un bono convertible en acciones de 97 millones, con la que ha quedado hipotecada la planta mexicana de cogeneración Tercer Tren o A3T.