- El Ceo, José Antonio Álvarez, es partidario de endurecer las condiciones para refinanciar.
- Y eso provoca un pulso con Caixabank, que ve un peligroso precedente en el caso de Isolux.
- Desde el Santander consideran que la situación ya no es la misma para capitalizar la deuda.
José Antonio Álvarez, consejero delegado del
Santander, se agarra a la máxima de que la situación de la economía española ha cambiado y, en consecuencia, también debe cambiar la
alegría en las condiciones para
refinanciar o
recapitalizar empresas en situación crítica, ahogadas por el peso de la
deuda.
Ahora se impone limitar los riesgos, lo que equivale, en la práctica, a dejar atrás la
doctrina Guindos, plasmada en la
Ley Concursal, cuyo objetivo era precisamente el contrario: agotar las posibilidades antes de que una empresa entre en
concurso de acreedores. El caso más claro ha sido el de
Abengoa, en el que el juez de lo Mercantil utilizó
todos los resortes de la Ley Guindos para evitar una quiebra, algo que no hubiera ocurrido sin la colaboración de los acreedores, con el Santander en primera línea.
El Santander ha dado buena prueba del
cambio de estrategia en el rescate de
Isolux. Por ese motivo, decidió vender el 9,5% de su deuda a
Goldman Sachs, dejando la solución del problema en las manos de otros
acreedores.
Pero esa venta, en paralelo, ha provocado una dura disputa con
Caixabank. O lo que es lo mismo, que el banco que preside
Jordi Gual se haya irritado, y no poco, por la espantada del Santander. Hay que tener en cuenta que Caixabank se ha quedado al mando del problema, como primer accionista (14,3%), a pesar de haberlo compartido hasta entonces con Santander y
Bankia (6,5%) en la misma mesa negociadora (G3) para salvar a Isolux.
La nueva situación ha obligado a
Fernández Cuesta a buscar entre otros acreedores el
vacío dejado por el Santander. Tiene de plazo hasta el 5 de agosto para pactar una inyección de unos 400 millones que la haga viable.
Es el mismo antes y el después marcado por Álvarez en el nuevo rumbo del Santander lo que obligó a
Sacyr a liquidar el crédito asociado (769 millones) a su participación en
Repsol. El crédito era del Santander y Sacyr tuvo que suscribir un tercer contrato de derivados con las acciones de Repsol, aunque esa operación no afecta ni a los
derechos de voto ni al cobro de
dividendos.
Queda por saber, sin embargo, que puede hacer el Santander en el caso del
Grupo Prisa, donde se mantiene, a su pesar, con otros acreedores: Caixabank,
Telefónica y
HSBC.
Rafael Esparza