El presidente extremeño, el socialista Guillermo Fernandez Vara, se ha reunido este lunes con la ministra Teresa Ribera para seguir en sus trece: no es posible cerrar la central nuclear de Almaraz sin una alternativa para para esa región, no solo desde el punto de vista económico y de empleo -es uno de sus motores-, sino también desde el punto de vista energético, por las necesidades que cubre en la demanda.

Ha salido contento del encuentro, ha dicho, porque la titular de Transición Ecológica es más de “llaves para abrir que de llaves para cerrar”, que en el caso de Almaraz tiene un horizonte de tres años porque en 2021 se cumplen los 40 años de vida útil en uno de sus reactores (la unidad 2). En el otro (la unidad dos) llega dos años más tarde, en 2013. Ocurre lo mismo con las centrales nucleares en general: el mantenimiento depende de más factores que estar en el programa del PSOE, ha aclarado este lunes también Ribera, envainando los mensajes terminales lanzados hasta ahora.

El Gobierno debe ser consciente de las necesidades de consumo, dice Vara, y exige tenerlo en cuenta en la nueva planificación

El presidente de Extremadura ha explicado también los proyectos en marcha para construir plantas fotovoltaicas. Producirán unos 5.000 megavatios (MW) entre 2018 y 2021, pero no pueden ir a más por las limitaciones actuales en la red de transporte eléctrico.

Sin embargo, la demanda regional para los próximos años es prácticamente el doble (hasta 9.000 Mw). De eso, ha dicho a Ribera, el Gobierno debe ser consciente y exige tenerlo en cuenta en la nueva planificación. Ha citado como ejemplo las subastas especiales realizadas hasta ahora.

Las inversiones fotovoltaicas en marcha, en concreto, ascienden a 3.000 millones, pero al margen de la “realidad innegable del cambio climático”, hay que tener en cuenta las “fuentes de energía del pasado” para tomar decisiones sobre el futuro.