• El recién jurado presidente se niega a rejuvenecer el PP.
  • Génova se rebela contra Rajoy pero este resiste a las presiones.
  • Es más, quiere repetir en su Gobierno todos los ministros posibles y hacer cuantos menos cambios mejor.
  • En cuanto a Cospedal ("O Soraya o yo") se tendrá que conformar con un ministerio de segunda.
  • Y ojo con la ocurrencia favorita del ya presidente: ¿quién ha dicho que ésta es mi última legislatura? Yo no.
  • Idea básica: él se ocupará de la economía y cederá en todo lo demás.
  • De otra forma: cambiará el Gobierno, a la sociedad que le cambie la oposición.
  • Ergo, el gran perdedor del nuevo gobierno Rajoy serán, otra vez, los católicos.
Con la mano izquierda sobre la biblia y la derecha sobre la constitución, Mariano Rajoy (en la imagen junto a Pablo Casado), ha jurado su cargo como presidente del Gobierno. No ha prometido, aunque de este hecho no conviene, al menos últimamente, extraer conclusiones precipitadas. Pero, empezando por el final, digamos que del nuevo Gobierno que está forjando el remozado presidente del Gobierno perjudicará especialmente a los cristianos. ¿Por qué? Porque, a estas alturas de su trayectoria política, a don Mariano, que se dice católico, lo que menos le importan son los valores, los derechos, las libertades y todo ese conjunto de pesadeces que nunca le han ocupado en demasía y que, a pesar de ello, tantos quebraderos de cabeza le han provocado en el pasado. Es un rollo. Mariano Rajoy se ha convertido en un tecnócrata puro y duro, un tipo poco dado al romanticismo y cansado, tan cansado, de escuchar soflamas (no sólo la de Pablo Iglesias) que se dispone a formar un gobierno igualmente tecnócrata. Y como será en minoría, don Mariano prepara un curioso reparto de papeles: él se ocupará de la Economía y la oposición se encargará de todos los demás. ¿Queréis poder? Lo que haga falta pero hacer presupuestos, definir el gasto público, la política fiscal, eso es cosa mía. La verdad es que, en estos momentos convulsos que vive España, la actitud de Rajoy se parece mucho a la de tocar la lira mientras Roma arde, pero lo más noticioso es que, tras conseguir la investidura, noche del sábado, la actitud del gallego ha cambiado de medio a medio. Por ejemplo, las presiones recibidas desde Génova, digamos desde la militancia del partido para aprovechar esta oportunidad y rejuvenecer al partido han caído en saco roto. Lo que en el partido se conoce como Generación Pablo Casado tendrá que esperar. Rajoy, alérgico a los cambios, prefiere hacer cuantos menos cambios, mejor. Sí, habrá que buscarle un hueco a Dolores de Cospedal, que ha bailado con los más feos durante una larguísima legislatura, pero el famoso dilema de "O Soraya o yo" no le será atendido. Lo más probable es que Cospedal deba conformarse con un ministerio de segunda categoría. Y los jóvenes, los Casado, los Maíllo, Maroto o Levy esperan a que Mariano Rajoy se retire. Eso sí, él cambiará el gobierno, que será una 'gestierno' dedicado a la gestión económica. Lo de cambiar la sociedad se lo deja a la oposición. Sobre todo porque cambiar una sociedad es una actividad mucho más intensa y agotadora. Y Rajoy siempre se ha caracterizado por dosificar sus esfuerzos. Eulogio López eulogio@hispanidad.com