• El problema no es Garoña, que cierra seguro, sino la ampliación de la vida del resto de centrales.
  • El ministro Nadal se da seis meses de reflexión pero urge una decisión para llegar a tiempo al final de la vida útil de los siete reactores (2020-2024).
  • Y Rajoy, que ha pasado del 'no se cierra Garoña' al 'ya veremos', espera el apoyo del PNV a los Presupuestos.
  • El problema: sin energía nuclear, España queda a expensas de Argelia (gas para ciclo combinado) y de la electricidad nuclear francesa.
  • Ciudadanos se opone aún más a la energía nuclear (sobre todo Melisa Rodríguez) que Podemos (López Uralde).
El presidente Rajoy se apresuró a criticar la demagogia del Gobierno Zapatero con la energía nuclear pero está cayendo, por distintas circunstancias, en la misma trampa, ponerse la venda para que no se vea la herida (energética, naturalmente). La central de Gañora, en ese contexto, es paradigmática. Del "no se cierra" que anunció tras llegar al poder (ZP había ordenado lo contrario) ha pasado a marear la perdiz con un ya veremos. No es que Rajoy no tenga clara la situación. Ha recurrido, de hecho, a la ironía para descalificar la posición de su adversario -o sea el PSOE- con la guasa esa de que España importe energía de Francia, cuando en ese país el 80% de la energía es nuclear. El problema de Gañoña, digamos, es coyuntural pero tiene consecuencias más allá de la central burgalesa. Sobre todo, porque afecta también al resto de las centrales, pendientes del permiso para alargar su vida útil. Pero han terciado dos razones en el entretanto. Por un lado, Ciudadanos, claramente contrario a la nuclear, y por otro el PNV, de cuyo apoyo depende para los Presupuestos del Estado. Ese es el motivo por el que el ministro de Energía, Álvaro Nadal, se ha dado seis meses de reflexión antes de decidir si el cierre Garoña es o no definitivo. Obviamente, esa decisión, como ya les explicamos, está tomada porque ganó, básicamente, el presidente de Iberdrola, Sánchez Galán, y Garoña no se abrirá. Ahora bien, el retraso en anunciar el cierre de Garoña lleva a otro, indefectiblemente, el del arreglo en los permisos del resto de las centrales nucleares españolas. De eso depende que puedan alargar su vida útil más allá de los 40 años (o hasta los 50 ó 60). ¿Cuál es el problema? Que eso lleva su tiempo. Ese permiso no se da de la noche a la mañana, sino que depende de estudios, que exigen al menos dos años, y a eso se añade, después, el proceso en sí para mejorar esas infraestructuras. Teniendo en cuenta que los actuales permisos de las cinco centrales también acaban, como se dice Houston, tenemos un problema. En concreto, puede comprometer los actuales permisos de Almaraz y Vandellós, que vencen en 2020 -o sea dentro de tres años-, y en menor medida al resto: en los casos de Ascó y Cofrentes vencen en 2021 y el de la central de Trillo en 2014. Cinco centrales en total pero con siete reactores (los dos en activo son los de Almaraz  y Ascó). Pero ojo, la dependencia española de la energía nuclear es tal, que depende de ella la soberanía energética. Hasta tal punto que sin ella quedaríamos a expensas del gas argelino, para alimentar las centrales de ciclo combinado, y de la electricidad nuclear francesa. El agujero sería de tal calibre que nos quedaríamos sin energía en cinco años porque con las energías verdes no basta. El retraso de Nadal responde, como decíamos, a la oposición de Ciudadanos a la energía nuclear, más radical todavía que la de Podemos. Si tienen alguna duda al respecto, escuchen a su portavoz de Energía, la canaria Melisa Rodríguez, que se despacha a gusto a la mínima. La postura es más extrema que la de Juantxo López Uralde (Equo), que encabezó la candidatura de Podemos por esa provincia. Y a eso se unen las negociaciones con el PNV para su apoyo a los Presupuestos. Obviamente pasan por el cierre de Garoña, pero no sea acaba ahí. En el País Vasco hay un antes y un después de Lemoniz, que visualizó el no a la energía nuclear, en el que se cruzó la extorsión de ETA. Recuerden el secuestro y posterior asesinato del ingeniero José María Ryan. Iberdrola, con sede en Bilbao, también lo tiene claro con Garoña, no así con el resto de las centrales. Rafael Esparza