Parece que atrás quedan los tiempos en los que la izquierda definía las claúsulas de confidencialidad como propias de los ricos, los explotadores y los nada revolucionarios. Los tiempos cambian y se dan casos como el de la escolta que denunció a Irene Montero por el trato que la ministra de Igualdad le dispensó al, por ejemplo, obligarla a que le hiciera recados o le calentara el asiento del coche de buena mañana.
Según Vozpopuli, ahora, el juez que investiga a Montero, por un presunto delito de administración desleal en el marco del llamado caso Niñera quiere escuchar el testimonio de la exescolta quien ha comentado a este diario que no tiene inconveniente en responder las preguntas del magistrado aunque recuerda que firmó una cláusula de confidencialidad cuando dejó el partido morado -además de haber recibido una indemnización por parte del partido- . ¿Eso implica que si hablamos de preservar la confidencialidad es que existe algo que ocultar?
El juez José María Escribano cita a declarar como investigada a la exasesora de Podemos a la que presuntamente empleó Montero para cuidar de su hijo. También cita a declarar como testigo a varios cargos de la formación así como a su exresponsable de Cumplimiento Normativo, Mónica Carmona, y a la ex escolta, E.G.