Juan Carlos Escotet no sólo es el presidente ejecutivo de Abanca (que sigue siendo las dos antiguas cajas de ahorros gallegas y algo más) sino el propietario oficialmente del 77,7%. Y desde febrero con el organigrama más claro: a través de la sociedad Abanca Corporación Financiera posee el control.
Porque la noticia es que Escotet aspira a convertirse en uno de los grandes mediante la fusión de Abanca con Sabadell. En principio, una locura, dado que con la entidad gallega estamos hablando de 50.000 millones de euros mientras que en el caso del Sabadell rozamos los 180.000 millones de activos. Esto supone que en una fusión, en principio, Escotet superaría el 20% del capital de la entidad resultante, muy por encima de cualquier accionista del grupo de Josep Oliu.
Ahora que se ha librado de Caixabank y si no puede con el Sabadell, Escotet aspira a convertirse en otro grande, absorbiendo bancos medianos y pequeños
Mientras tanto, Abanca sigue creciendo. Compró la red de Deutsche Bank en Portugal, la red de Caixa Geral en España y luego el banco vasco Bankoa, que hoy lunes, 28 de septiembre, ha santificado en Euskadi, junto al lehendakari Iñigo Urkullu.
Además, puede hacerse con Liberbank, ya lo intentó pero crear un gran banco a costa de absorber a Ibercaja o Unicaja supondría dejar su ventaja, dado que ambas son propiedad de fundaciones que tienen aún más capital de sus respectivos bancos que Escotet de Abanca.
Abanca se ha convertido en una de las salidas posibles para el capital venezolano huido del bolivarianismo
En cualquier caso, Escotet se ha librado de Caixabank que siempre vio con buenos ojos la posición del venezolano en la cornisa cantábrica. Con buenos ojos, su posición geográfica y con malos lo mismo que hace desconfiar a los reguladores, en concreto al Banco de España: el origen del matrimonio de Escotet y el hecho de que Abanca se haya convertido en uno de los canales de entrada del dinero venezolano que huye del bolivarianismo.
Así que el principal objetivo es fusionarse con el Sabadell. Para ello tiene que recibir el visto bueno del regulador… y el visto bueno de Josep Oliu.
Los reguladores no acaban de fiarse. No lo está haciendo mal pero desconfían del origen de su patrimonio
Posible, pero no sencillo.