España destina el 55% del gasto total en protección social a la función "vejez", que incluye las pensiones de jubilación y la provisión de bienes y servicios (no sanitarios) para los mayores. Según Eurostat, este porcentaje supera a los registrados en Suecia (50%), Alemania (48%), Bélgica (45%), Holanda (41%) y Dinamarca (36%), pero se sitúa por debajo de los que arrojan otros países del sur de Europa, como Grecia (77%), Portugal (67%) e Italia (64%).

Así lo recoge Focus on Spanish Society, publicación editada por Funcas, que matiza, no obstante, que ese 55% no refleja de forma adecuada el gasto social destinado a los mayores en España, ya que no incluye las pensiones de supervivencia. Esta partida de gasto social, que perciben sobre todo las mujeres viudas de edad avanzada, es significativamente más elevada en España que en otros países europeos.

Focus también llama la atención sobre el aumento de la preocupación por las pensiones en España, según muestran los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Hasta el comienzo de 2018, el porcentaje de españoles que citaba las pensiones como uno de los tres principales problemas de España era inferior al 5%. Sin embargo, a día de hoy, ese porcentaje ha subido al 14% y, al contrario de lo que ocurría en las últimas décadas (particularmente entre 2010 y 2017), las pensiones preocupan más que la sanidad o la educación.

Las pensiones preocupan más que la sanidad o la educación

Las diferencias son sustanciales según los grupos de edad. Mientras que menos del 8% de los encuestados menores de 55 años consideran las pensiones como uno de los tres grandes problemas de España, ese porcentaje se eleva al 15% entre las personas de 55 a 64 años y alcanza el 28% entre los ciudadanos de 65 o más años. Para esos últimos, las pensiones representan el segundo problema del país, tras el desempleo, aunque si se les pregunta por los tres temas que más les preocupan personalmente, las pensiones aparecen en primer lugar.

El porcentaje de europeos de entre 30 y 34 años que han completado estudios superiores subió cerca de 18 puntos porcentuales entre 2000 y 2017, hasta situarse en el 39,9%, prácticamente el objetivo del 40% fijado por la Unión Europea para 2020. Con datos de Eurostat, Focus pone de manifiesto que la proporción de mujeres en esa franja de edad con educación universitaria era, en 2017, 10 puntos superior a la de los hombres (44,9% frente a 34,9%), frente a la leve ventaja femenina que se registraba en 2000: 22,7% vs. 22,2%.
 
Los datos evidencian notables diferencias en toda Europa. Más de la mitad de las personas de entre 30 y 34 años en Lituania, Chipre, Luxemburgo y Suecia habían completado estudios superiores en 2017, mientras que en Italia y Rumanía ese porcentaje se quedaba en el 26,9% y el 26,3%, respectivamente. España, con un 41,2%, ocupa el puesto 17 de este ranking.
 
Aunque España supera el objetivo conjunto para la Unión Europea, aún está casi tres puntos por debajo del establecido en su día para el país (44%), si bien parece probable que lo alcance en 2020. Mención especial merecen las diferencias de género, muy significativas: en 2017, el 47,5% de las españolas de entre 30 y 34 años había completado educación universitaria, casi 13 puntos más que los hombres (34,8%). Esta brecha en favor de la mujer apenas era de 2,5 puntos en el año 2000 (30,4% vs. 27,9%).
 
La educación superior correlaciona directamente con la tasa de empleo. En todos los países europeos, el porcentaje de personas de entre 30 y 34 años empleadas con estudios universitarios completos supera al de personas con la misma edad y menor nivel de educación. Pese a todo, la importancia de este indicador debe ser relativizada. Por ejemplo, Alemania, la primera economía de la UE y quinta del mundo según el Informe Global de Competitividad (2017-2018) del Foro Económico Mundial, registraba en 2017 un 34% de personas de entre 30 y 34 años con estudios superiores (siete puntos menos que España), sin apenas diferencias entre hombres (33,8%) y mujeres (34,2%).