La mayoría del mundo está obsesionado con ser cuanto más verde mejor (como saben, para luchar contra el cambio climático…) y en esta tendencia, la Unión Europea no se queda atrás, aunque sus 28 Estados miembros -por ahora, pues pronto, con la marcha de Reino Unido, serán 27- no van a la misma velocidad. Cabe preguntarse si España es la más lista de la clase, porque se despedirá de su última central nuclear en 2035, mientras Alemania dirá adiós a la producción de carbón en 2038.
Recuerden que Teresa Ribera acordó con las propietarias de los siete reactores que aún quedan operativos en nuestro país su cierre progresivo entre 2027 y 2035. Ahora se ha convertido en vicepresidenta de Transición Ecológica y no va a dar marcha atrás, pese a que la nuclear ha liderado la producción eléctrica en 2019 (aportó el 21,43% del total). Además, Ribera no tiene en cuenta que es una energía limpia (baja en carbono) y tiene muchos defensores, entre ellos: la mismísima ONU, el visionario Negroponte o incluso los verdes.
El Gobierno alemán acuerda un plan para poner fin a la producción de carbón, meses antes de que se inaugure la central Datteln-4 en Dortmund
Por su parte, tras el incidente en la central nuclear de Fukushima (Japón) en 2011, la canciller alemana Angela Merkel decidió acabar con esta energía y cerrará su última central en 2022. Este jueves, da un paso más: el Gobierno germano ha acordado con los ‘Länder’ (los estados federados) un plan para poner fin a la producción de carbón, pese a que el próximo junio inaugurará la central Datteln-4, propiedad de la energética alemana Uniper, en Dortmund. Y es que aún hay tiempo porque el plan acordado supone un cierre paulatino que acabará en 2038, así como la entrega de ayudas de hasta 40.000 millones de euros a las regiones afectadas e indemnizaciones de entre 1.750 y 2.600 millones para las empresas.
Tras el accidente de Fukushima, Alemania colocó como enemiga a la energía nuclear antes que al carbón, pese a que la primera es una energía limpia
“Alemania está abandonando la era de las energías fósiles a grandes pasos”, ha señalado el ministro de Finanzas alemán, Olaf Scholz. Sin embargo, España parece que le llevará delantera: aún tiene abiertas 15 centrales de carbón (en 2019 aportaron el 4,9% de la electricidad), de las que está previsto que nueve cierren este año y el resto lo hará durante la próxima década (o sea, antes de 2030). Hace unos meses, Endesa anunció el cierre de algunas de sus centrales (entre ellas, la de As Pontes, la más grande de España) y sólo EDP y Viesgo han acometido inversiones para mantener operativas algunas de las suyas -las de Aboño y Soto de Ribera en el primer caso, y la de Los Barrios en el segundo- más allá de junio de este año.
El Fondo de Transición Justa podría ascender a 100.000 millones: España tendría sólo unos 4.450 millones, porque ya es muy 'verde'
Sin embargo, la ventaja española no nos favorecerá. Y es que nuestro país sólo recibirá un 4% del Fondo de Transición Justa europeo frente al 26% que se llevará Polonia o el 13% que irá para Alemania, países que van retrasados en descarbonización y por tanto, con una producción eléctrica mucho más contaminante. Dicho Fondo podría ascender a 100.000 millones si a los 7.500 millones que aportará la Comisión Europea se suman los fondos estructurales y capital privado: España se podría llevar unos 4.450 millones (307 procederán de Bruselas) frente a los 27.000 millones de Polonia (2.000 de parte de Bruselas) o los 13.000 millones de Alemania (de los que la Comisión enviará 877).
En resumen, España, por presumir de verde, resulta que es la más tonta de la clase. O sea, el espíritu Teresa Ribera en estado puro.