El Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias (sí, la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, a pesar de su lengua larga, manda más bien poquito) ha lanzado el espantajo del peligro inminente de un golpe de Estado militar. Todo ello al rebufo de la carta de un grupo de militares retirados que denunciaban al Rey y al presidente del Parlamento europeo, la deriva revolucionaria del Gobierno socio-podemita de Pedro Sánchez.
La única forma de conseguir la España bolivariana por métodos ‘democráticos’ era convertir un manifiesto militar, fuerte pero educado, en un chat que pretendía fusilar a 26 millones de españoles
“A bodas me convidan”, pensaron don Pedro y don Pablo. Mensaje urgente: se necesita un general golpista, aunque sea retirado, para simular peligro inminente de asonada militar. Ante ello, el pueblo progre, o sea, nosotros y todo nuestro poder propagandístico, debe reaccionar para evitar que el Caballo de Pavía vuelva a entrar en el Congreso, mientras asoma el fantasma de Tejero un 23 de febrero de 1981. Vacunémonos contra el golpismo, claman en Moncloa y en la Vicepresidencia segunda. Es la gran oportunidad para forjar la España bolivariana. Naturalmente, por métodos ‘democráticos’ como la lucha contra el inexistente golpismo castrense, animado, naturalmente, por Vox.
Además, el tontorrón de Pablito Casado, acaba de proporcionar a Pedrito Sánchez la coartada idónea, con su postura, firme y valerosa, impasible el ademán, ante un fantasma, como es, insisto, la posibilidad de un golpe militar en España. Lo que no es un fantasma es la posibilidad de convertir a España en una república bolivariana: este es un peligro muy real.
Otra muestra más del ambiente guerracivilista y de la eficaz propaganda sociopodemita, mientras prosigue la conquista silenciosa y gramsciana de la justicia y de la prensa
A todo esto, el manifiesto militar, mas bien carta enviada al Rey Felipe VI, no era más que un resumen sucinto de la revolución socialista y guerracivilista, en principio pacífica, que están sufriendo los españoles. Una carta fuerte pero educada y dentro de los límites de la legalidad.
Sin embargo, la propaganda socialista ha derivado este loquísimo malestar de militares jubilados y desviado su atención hasta el chat donde un militar perpetraba un sarcasmo estúpido hablando de fusilar a 26 millones de españoles (se me asemejan demasiados).
Lo cierto es que este rasgado de vestiduras monclovita constituye una muestra más del ambiente guerracivilista y de la eficaz propaganda sociopodemita, mientras prosigue la conquista silenciosa y gramsciana de la justicia y de la prensa.
Y recuerden, muy pertinente, el artículo del catedrático de Historia Contemporánea, Javier Paredes, en Hispanidad: en España, al revés que en Francia, la progresía no mata para llegar al poder: primero llega al poder y luego empieza la sangre. Y esto porque si no empieza a matar es incapaz de mantenerse en el poder.
El modelo de Pablo Iglesias, y también de Pedro Sánchez, es la revolución bolivariana de Hugo Chávez. De elecciones libres a elecciones manipuladas, de una Venezuela rica a una Venezuela hambrienta
En cualquier caso el espantajo del peligro involucionista, dirigido en la sombra por los ultras de Vox, es decir, por la única fuerza política cristiana, que no es ultra ni golpista, del parlamento, presupone la lanzadera ideal para convertir a España en una Venezuela bolivariana.
Si no, observen ustedes a don José Luis Rodríguez Zapatero, el heraldo de Nicolás Maduro ante Bruselas. No nos engañemos: el modelo de Pablo Iglesias, y también de Pedro Sánchez, es la revolución bolivariana de Hugo Chávez. De elecciones libres a elecciones manipuladas, de una Venezuela rica a una Venezuela del hambre. En España estamos al comienzo de ese proceso. Los golpistas son los sanchistas y los podemitas. Se trata de un golpe silencioso, paulatino… desde el poder contra el pueblo, no desde los cuarteles contra el Gobierno. Como ocurre con las grandes empresas que tanto admiran, los gobiernos progrestas son los únicos barcos que casi siempre hacen agua por la parte superior de la embarcación.