Faltan editores en la prensa madrileña. Al menos, faltan en El País, en El Mundo y en ABC, los tres de mayor difusión. Un editor no sólo es el que se ocupa de que la editora no quiebre, que también: es el que defiende un ideario y no otro. No se preocupa sólo del qué sino del para qué se edita su diario cada día.
Tras los cambios habidos en las editoras de las grandes cabeceras… resulta que nos faltan editores.
Los Ybarra y Luis Enríquez no son editores… ni quieren serlo. Los planes de fusión constituyen la negación del pluralismo
Por partes, que dijo Jack el Destripador: la expulsión de los Luca de Tena de Vocento puede haber sido una decisión acertada desde el punto de vista mercantil pero ABC ha perdido los últimos rasgos de un editor.
Y así, no es de extrañar que el anterior director, Bieito Rubido, esté buscando dinero, dice que ya lo ha encontrado, para hacer el ABC digital. Quiere que se le parezca tanto que a lo mejor le llama CBA Digital, pero lo cierto es que Rubido se ha dado cuenta de que hay un vacío y quiere aprovecharlo.
En el entretanto, en PRISA buscan un editor. Joseph Oughourlian sólo es un especulador -del que nadie sabe quién está detrás- y Rosauro Varo una circunstancia traída, no de la prensa del corazón -ojalá- sino de la otra trinchera periodística: digamos que no hace fotos, es el objetivo de los fotógrafos. Y aquí no se trata de crear necesidades sino de sanear y reconvertir una necesidad eterna: la de estar informado.
Sólo La Razón tiene algo parecido a un editor, mientras se mantenga al frente Mauricio Casals pero no es la parte central del negocio
Volvamos a Vocento. Los Ybarra y Luis Enríquez no son editores… ni quieren serlo. Los planes de fusión de Luis Enríquez son la negación de la pluralidad. Fusionar ABC y El País es como tomarse el pluralismo a coña, por mucho que tuvieran al Santander de su parte en un momento dado. Con una parte del cerebro -y la mitad del corazón- hablo en liberal y con la otra socialista… por no hablar de cuestiones más importantes. ¡Un poco de seriedad, señores! Si me fuerzan, un poco más de pluralismo democrático. Luis Enríquez demuestra que no cree en el periodismo. Fusionar dos órganos de prensa no es como fusionar dos fábricas de embutidos, donde el único criterio es la eficiencia.
Mientras, en Unidad Editorial tampoco hay editor. Antonio Fernández-Galiano trabaja en negativo: para que Urbano Cairo no venda. Porque al italiano no le importa una higa ni España ni el negocio editorial. Lo suyo es la quiromancia y la pornografía, rosa o verde.
Sólo La Razón tiene algo parecido a un editor, mientras se mantenga al frente Mauricio Casals, el último editor, pero con el problema de que es un apéndice de un negocio mayor.
La herencia de Cebrián y Ramírez… no encuentra herederos. Son dos egóaltras pero tienen madera de editor
La prensa española busca editores en plena crisis de supervivencia y en plena transformación, por ahora fallida, en prensa digital.
Quién nos iba a decir que íbamos a echar de menos a dos periodistas con madera de editores. Juan Luis Cebrián y Pedro José Ramírez representan un estilo que no encuentra herederos. Entiéndanme: en Hispanidad he repetido muchas veces que estos dos plumíferos de la era de la tinta, han sido dos grande periodistas… nefastos para el periodismo español: ambos han utilizando la prensa como palanca de poder (para la modernización de España, ‘of course’), no como servicio. De hecho, si a cualquiera de los dos les hablas de servicio al público se pueden partir de risa. Son dos ególatras sin otros principios que su propia glorificación, sí, pero tienen madera de editores…
¿Y eso significa que el periodismo español actual es malo? Ni lo pienso. El periodismo español de ahora mismo es buenísimo. Lo que digo es que cuando atraviesa la mayor crisis de toda su historia, se encuentra con que faltan editores, que es la pieza central del entramado, incluso más que el director. Y esto por la misma razón de que, a pesar de las prédicas al uso, una empresa puede sobrevivir con un mal CEO pero no con un mal presidente… aun cuando no sea ejecutivo.