- Ya está al nivel de bono basura desde hace dos años, cuando el Parlament comenzó con el procés.
- La agencia avisa, no sobre la independencia, sino sobre el deterioro de relaciones de la Generalitat.
- Y tiene muy la clara dependencia de Cataluña, tanto del Fondo de Liquidez como de los anticipos del Estado.
La agencia de calificación
Fitch no pasa a la acción, de momento, para mover el
rating de Cataluña pero asegura que lo haría si fuera a más la escalada de tensión entre la
Generalitat y el
Gobierno central o si éste rebaja el apoyo financiero a la autonomía.
Fitch ya rebajó la
calificación de la deuda catalana en 2015 por el deterioro de relaciones con Gobierno, de
BBB a
BB con perspectiva negativa, o lo que es lo mismo, el nivel de
bono basura. Fue en noviembre, cuando el
Parlament aprobó la resolución para iniciar el proceso independentista. La agencia daría otro paso, señala si constata "una escalada significativa de hostilidades entre gobiernos o si se debilitara el apoyo de liquidez".
Ahora bien, la advertencia se
esfuma por un
imperativo de la realidad, que es lo que observa: Cataluña depende más que otras autonomías del
Fondo de Liquidez Autonómico (FLA) y de "los anticipos de tesorería para atender gastos inaplazables".
Y a partir de ahí, al margen de la importancia de las relaciones entre el Gobierno central para medir el
perfil de crédito de Cataluña, considera que la "la separación de Cataluña de España es poco probable". O lo que es lo mismo: da escaso valor a la ley de transitoriedad para desconectar Cataluña de España.
El mensaje de Fitch, en cualquier caso, es más suave que el de
Goldman Sachs, que sí ha tomado nota de la escalada de las "tensiones políticas" y por eso ha marcado a
Caixabank como "el banco español más expuesto".
Sin embargo,
Goldman no da credibilidad al
procés y, al margen del referéndum, la Generalitat tendrá que sentarse para negociar con el Gobierno.
Rafael Esparza