Con la excusa de los gravísimos atentados yihadistas perpetrados en Francia, el presidente Emmanuel Macron, de suyo masoncete, ha dictaminado una ley que margina aún más a la religión. Naturalmente, margina mucho más a la religión mayoritaria en Francia, que es la católica.
Así, por ejemplo, se dictamina la educación obligatoria en las escuelas públicas. Es decir, se prohíbe la educación en casa y cualquier enseñanza religiosa no cribada por el Estado o que el Gobierno considere que afecta a la ‘laicidad’ del Estado. Es decir, educar en el ateísmo o, sencillamente, en la indiferencia.