Francia vive hoy una huelga a nivel nacional contra el proyecto de reforma del sistema de pensiones, y que está afectando principalmente al transporte, la educación y los servicios públicos.
La reforma plantea, además de la supresión de los 42 regímenes especiales, un nuevo modo de cálculo, que perjudicaría a los asalariados del sector público y privado. En cambio, saldrían ganando, según el cálculo del diario progresista Libération, los agricultores, los comerciantes y las madres solteras. Parece descartada la opción de aumentar a los 64 años la edad de jubilación, hoy en 62 años (o hasta 52 años en algunos "regímenes especiales"), inferior a la de España o Alemania. Entre las concesiones que ha insinuado el Gobierno figura un aplazamiento de la entrada en vigor de la reforma para que no se aplique hasta la generación nacida en 1975. Pero nada está decidido. Otro problema es el financiero. El déficit de las pensiones superará los 10.000 millones de euros en 2025 y los 20.000 en 2030. La población envejece y la vida se alarga: cada vez hay menos activos para sostener a los jubilados, explica El País.
Macron se muestra abierto a discutir detalles de la reforma, pero no a retirarla. Los sindicatos amenazan con prolongar el pulso durante días o semanas, añade este medio.
La movilización cuenta con el apoyo de buena parte de la oposición, desde la izquierda de Francia Insumisa o el partido socialista hasta la extrema derecha de la Agrupación Nacional de Le Pen, según Euronews.
En resumen, Macron sabe que el gasto en pensiones es inasumible e intenta rebajar el coste sin hacer mucho daño. Como toda Europa. Salvo España, donde Pedro Sánchez alentaba contra Rajoy las protestas de los jubilados. Sánchez no se atreve a decir que el sistema de pensiones sencillamente no es viable en una sociedad envejecida.
Pues la sociedad española es más anciana que la francesa y la natalidad es más baja. Y de postre, Sánchez tendrá ahora metido en casa a Podemos, que propone subir las pensiones y nuevos impuestos para financiarlas.