Días atrás, el exministro de Exteriores de España, José Manuel García Margallo, relataba a sus próximos que la responsable de Exteriores de la Unión Europea, Federica Mogherini, en tiempos de Rajoy, le llamó al palacio de Santa Cruz para hacerle una proposición: nombrar a Zapatero, a propuesta del Reino de España, delegado de toda la Unión Europea ante el régimen de Caracas, que ya llenaba las cárceles con presos políticos.
Margallo le respondió que no podía nombrar a un bolivariano para pararle los pies al régimen bolivariano. Es más: le comunicó que si llevaba esa propuesta al Consejo de Exteriores de la UE, el Gobierno español la vetaría.
Europa y España no lideran nada: al revés: están bloqueando la liberación de los venezolanos
El cabreo de Mogherini fue monumental, pero sabía que no podía oficializar el nombramiento con la oposición de Madrid. Lo que hizo fue oficializar los hechos: sencillamente, le comunicó a Zapatero que ejercería en Caracas como representante de la UE sin apoyo oficial pero sí con el reconocimiento oficial de Bruselas ante Maduro. Y así, según fuentes del equipo Margallo, se ‘extraoficializó’ la representatividad de ZP para ejercer como mediador ante Caracas, una mediación cuyo éxito ha quedado patente a la vista de la comunidad internacional.
Y ahí entra Pedro Sánchez, a quien también podremos calificar de bolivariano de corazón, ahora que hasta Pablo Iglesias se ha borrado de la lista, no vaya a ser que el terrorismo de Estado caraqueño manche su imagen pública.
Es Estados Unidos quien está defendiendo al pueblo venezolano
Porque Sánchez no ha liderado el ultimátum contra Maduro. Para ser exactos, ha ido a remolque de los demás y España ha vuelto a quedar, al decir ovetense, “como la chota de Pumarín” (nunca he sabido lo que hizo esa pobre chota). De entrada, se negó a alinease con Donald Trump, que es el primero que, sin necesidad de ultimátum risibles, reconoció a Juan Guaidó, el masón centrista que se autoproclamó presidente de Venezuela. Sin llegar a la majadería de la podemita Ione Belarra, para quien todo estriba en que los americanos quieren quedarse con el petróleo venezolano, Sánchez pretende que Juan Guaidó convoque elecciones, cuando, aunque dotado de toda la legitimidad, la legalidad –y la fuerza– las tiene Maduro.
En resumen, el trío Mogherini-Zapatero-Sánchez jamás acabará con el dictador Nicolás y con el bolivarianismo porque son bolivarianos de corazón. Mientras España hace el ridículo más espantoso, vendiendo un “liderazgo” cuando su papel no ha pasado de rémora para el cambio, arrastrando los pies frente a un Trump que, en política exterior, comete fallos (por ejemplo, su apoyo al sunismo frente al chiísmo) pero que en lo que respecta a Venezuela anda cargado de razón. Frente a Maduro es Estados Unidos, y no Europa, quien está defendiendo al pueblo venezolano.