Abanca debe cotizar en bolsa. Es la recomendación que, según fuentes del sector, ha recibido Juan Carlos Escotet, y ya saben que las autoridades bancarias europeas no obligan, sólo recomiendan. En otras palabras, o sale a bolsa o se fusiona con otra entidad que cotice en bolsa.
El caso es que el banco, fruto de la unión de Caixa Galicia y Caixanova, ha crecido durante los últimos años con adquisiciones como la de Popular Servicios Financieros (2017), antigua división de Consumo del Pastor, o la de la filial española de Caixa Geral de Depósitos, en 2018, sin olvidar la absorción de Banco Etcheverría (2014), la compra de Deutsche Bank Portugal, en 2018, o la más reciente adquisición de Bankoa a Crédit Agricole.
Ha llegado el momento, pues, de dar el salto al parqué, con todo lo que eso implica. Por ejemplo, en la información que se difunde al mercado y que hasta ahora ha dejado mucho que desear. En cualquier caso, no hablamos de algo nuevo para Escotet. El presidente y dueño de la entidad ya apuntó al mercado continuo hace años, aunque como mera declaración de intenciones futuras porque entonces -año 2017- no se daban las condiciones adecuadas.
Ahora, sin embargo, y a pesar de que las condiciones del mercado no han variado significativamente -las perspectivas han empeorado con el covid-, Abanca, por el tamaño que tiene, debe salir a bolsa, bien en solitario o bien mediante la fusión con otra entidad que ya cotice. Y en este punto es donde vuelve a escena Liberbank, ahora en proceso de fusión con Unicaja. La entidad resultante está abierta a más fusiones, algo que Escotet no ha pasado por alto.
El problema, como en todo proceso de consolidación, está en el reparto de funciones de la cúpula.