- Ante sus próximos, insiste en comerse al Banco Popular, pero sus accionistas se plantan.
- Deglutir al Popular sería tanto como volver a devaluar el precio de la acción.
- El Sabadell también podría continuar en solitario, pero Ana Botín tiene vía libre política para mover ficha.
Pep Oliu siente encima la inquietante presencia del Santander de
Ana Botín (
ambos en la imagen), interesado en hacerse un hueco en Cataluña, la tierra prometida donde siempre ha fracasado.
Así que, con toda razón, Pep Oliu,
que este año cumplirá los 68 años de edad y quiere llegar a los setenta como un gran banquero, ha vuelto a poner en marcha la operación
Banco Popular. Cree que con
Ángel Ron fuera puede hacerse con la entidad.
Ahora bien, el problema es que se ha encontrado con la enemiga de todos los accionistas de referencia (los Lara, los Andik, incluso Gilinski) y se niegan en redondo. Absorber ahora al Popular significa
devaluar la acción, y todos ellos están en minusvalía.
Pero, al mismo tiempo,
la sombra del Santander es alargada. Ojo, ahora con el beneplácito público.
El Sabadell no es una prioridad del Gobierno o del Banco de España, ciertamente, pero en Europa exigen cada día bancos más grandes, más capitalizados, el burro grande, ande o no ande.
El Sabadell vale ahora mismo 8.368 millones de euros, por 3.567 el Popular. Ahora bien, en este caso la capitalización no lo es todo y existen más sinergias geográficas, aunque parezca extraño, entre el
Santander y el Sabadell que entre el Sabadell y el Popular. La pregunta, como en
Alicia en el país de las maravillas es, ¿quién manda?
Eso sí,
ni el Santander puede permitirse una opa hostil y Oliu por el momento se niega. De hecho, si vamos a una absorción pura y dura, la pugna no estará entre las dos entidades y sus respectivos intermediarios sino en el seno del propio Consejo del Sabadell.
En cualquier caso, el Sabadell
también podría continuar en solitario, pero Ana Botín tiene vía libre política para mover ficha.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com