Ocurrió durante el encuentro entre Inglaterra y Polonia, ronda de clasificación para el Mundial de Qatar 2022. Los futbolistas ingleses montaron el numerito de presunta solidaridad contra el racismo, creado por el nada presunto movimiento Black Lives Matter (BLM), que ha decretado en USA que si eres afrodescendiente puedes hacer lo que te venga en gana y nadie te podrá poner reparos porque cualquier opositor, aunque ande cargado de razón, será un racista y seguidor de Donald Trump.
Sin embargo, los jugadores polacos se negaron a arrodillarse porque, como decía el cartel: los polacos sólo nos arrodillamos ante Dios. Cosa que los ingleses llevan varios siglos sin hacer.
Ante el imperio de lo políticamente correcto, la esperanza para el sentido común está en Polonia
Mientras tanto, en el Cádiz-Valencia del pasado domingo de Resurrección, al parecer, porque aún no nos hemos enterado del asunto, el cadista Cala dedicó insultos racistas al valencianista Diakhaby. Ni cortos ni perezosos, todo el equipo valencianista se retiró al vestuario, algo por lo que nadie ha anunciado ninguna sanción.
El racismo es deplorable, pero la escenificación y el espectáculo generado al rebufo de ello, y la impunidad de ciertos movimientos como el BLM, también resulta inadmisible.
La esperanza está en Polonia, que los polacos sólo se arrodillan ante Dios y cuando le piden matrimonio a una mujer.