Ocurrió en tiempos de Aznar. Un secretario de Estado se enfadó con un funcionario que no hacía ni caso ni cumplía las instrucciones que se le mandaban. El funcionario le respondió:
-Usted estará aquí cuatro años, como mucho, yo hasta que me jubile. Y si me meo (cita textual) en su despacho usted podrá cambiarme de actividad pero no despedirme ni rebajar el salario.
Bajo esa sonora premisa ha surgido la sentencia del Tribunal Supremo. El titular es que el muy alto tribual permite bajar el salario de los funcionarios si no producen. Hombre, el salario es sagrado y lo que ha permitido el Supremo es reducir el plus de productividad.
El problema de la productividad en el sector público sigue vigente, por mucho que lo intenten negar los sindicatos, a los que gusta mucho el sector público y algo menos la productividad.
Productividad y burocracia: ¿una contradicción?