- La Guardia Civil registra la sede central del banco.
- Si sólo se trataba de solicitar información, ¿a qué viene el operativo?
- Al tiempo, Ana Botín acaba de quitarle el despacho a José María Amusátegui.
- Es el momento más duro para el equipo directivo del Santander, con una fuerte reducción de plantilla en la sede central y en oficinas.
- Y con no muy buenos modos.
- Y encima las diferencias con su hermano Javier se acentúan. Tendrá que ceder poder.
Todavía recuerdo al fallecido
Emilio Botín. Ocurrió hace cuatro años. Un día antes de la Junta de Accionistas del
Santander, se hizo público que, vía
lista Falciani, la famosa lista, la familia Botín había tenido que realizar una portentosa
regularización fiscal, con el pago de más de 200 millones de euros al Fisco. O sea un pico de los 2.000 millones de euros que tenía en el
HSBC, ese banco tramposo, metido en todos los charcos sucios.
Cualquier otro se habría escondido debajo de la mesa y no habría querido ni oler a un periodista. Pero Botín estaba hecho de otra madera. Bajó, y se lanzó a responder a la primera y esperada pregunta: -Nada que hemos regularizado. Me gusta esto de regularizar. Os aconsejo que lo hagáis.
Y claro el estupor fue tal que nadie se atrevió a recordarle que sólo quien defrauda se ve obligado a disfrutar de un deporte tan agradable como el de la regularización.
Cuatro años después, un 3 de junio de 2016, festividad del Sagrado Corazón de Jesús, la Unidad Central Operativa de la
Guardia Civil, guiada por la Fiscalía Anticorrupción, se presenta en la ciudad financiera del Santander (Boadilla del Monte) y se pasa todo el día husmeando en los ordenadores, presuntamente busca cuentas de la lista Falciani (135.000 defraudadores, sólo 600 españoles). No es un registro, claman en el banco. Oiga si no se trataba de un registro, si el Santander no es culpable, si sólo se trataba de conseguir información… ¿por qué el fiscal no manda un burofax? Y por qué se dio nuevamente el síndrome Rato con la Guardia Civil enviando el mensaje a determinados periodistas?
No, el
golpe reputacional ha sido tremendo y probablemente buscado. Y llega en el peor momento: ERE importante en la red y sobre todo, reducción de plantilla, adelantada por Hispanidad, a veces con malos modos, según es costumbre en todos aquellos recortes pergeñados por McKinsey.
No sólo eso:
Ana Botín y su hermano
Javier, el presidente de la sindicatura (el patrimonio de los seis hermanos Botín más la Fundación Marcelino Botín) están distanciados. Ana tendrá que ceder más responsabilidades a Javier, que como garante del patrimonio familiar le reprocha la caída libre de la acción.
Y más, el hombre que fusionó el Santander Central Hispano y fue copresidente con su padre, Emilio Botín, ha sido 'despedido': a
José María Amusátegui, la presidenta le ha obligado a abandonar el despacho del banco en la calle Orense. Se ha quedo sin chófer y sin secretaria, que salió en el ERE y volvió a entrar, detalle que no pasó desapercibido al hombre que todo lo controla:
Rodrigo Echenique.
Ojo, de lo de la Guardia Civil, Ana Botín no tiene culpa: pero el futuro no existe, el presente no podemos evaluarlo y el pasado, ese sí, golpea por la espalda.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com