- El desastre griego demuestra que, sin un solo Tesoro público europeo emitiendo al mismo precio, no habrá Unión Europea.
- Pero Merkel sabe que, si acepta la mutualización de la deuda, serían los alemanes quienes abandonarían el euro.
- Y si no se avanza hacia la homologación fiscal en Europa, tampoco.
- En cualquier caso, los recortes de Atenas no bastan para hacer frente al servicio de la deuda.
- Pero la Troika (ahora Grupo de Bruselas) se conforma con haberle doblado el pulso al populista Tsipras con recortes ligeros.
- Y los especuladores financieros se dan por satisfechos: ya saben que los griegos pagarán las consecuencias.
Noche de resaca de expectativas en toda Europa. No hay acuerdo con Grecia pero las bolsas se comportan como si lo hubiera y el
BCE vuelve a proporcionar liquidez a la banca griega. Un momento ideal para la reflexión en todas las cancillerías.
Por ejemplo, en el Gobierno español -aludía a ello Mariano Rajoy en la Cumbre hispano portuguesa- sin unidad financiera en Europa el caso griego se repetirá.
Ahora bien, la unión financiera europea no consiste tan sólo en una sola moneda. Consiste en la mutualización de la deuda: es decir, un solo país, un solo Tesoro público europeo, que emite deuda soberana para todos y a un mismo precio.
Ahora bien,
Angela Merkel sabe que ni su gran coalición gobernante aguantaría un minuto la reacción de los alemanes ante este avance hacia una unidad europea, avance real. Los primeros que pedirán abandonar el euro serían sus votantes germanos y ella tendría que marcharse a la cola del paro.
Porque el casi acuerdo con Grecia no soluciona el problema de la deuda griega. Ni de lejos. Es más, países prestamistas, como por ejemplo, España, saldrán perdiendo. Ahora bien, sí servirá para doblarle el peso a Grecia y para que sepa que no habrá más préstamos si no inclinas la cerviz y se reducen gastos, incluidos algunos discutibles.
Al mismo tiempo, los recortes admitidos por Tsipras no sirven para pagar la deuda griega, que es el verdadero problema, ni para empezar a pagarla. Se trataba, simplemente, de doblarle el pulso a los griegos -malos pagadores, ciertamente- y exigirles sacrificios a costa de más financiación.
Pero ese es el problema: que un país, Europa, no se construye con préstamos sino con reparto de ingresos y gastos. Es decir con reparto de capital sin intereses.
La Troika, ahora Grupo de Bruselas, se comporta como si le hubiera doblado el pulso a los griegos y los especuladores financieros no se conforman con lo ocurrido.
En resumen: o se avanza hacia la unión financiera -y la correspondiente homologación fiscal- o Europa será una realidad, no sólo inacabada sino con freno y marcha atrás.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com