• En el grupo aeroespacial europeo hay diversos problemas con el personal, a los que se suman los fallos del A400M.
  • Que, por cierto, no fue culpa española.
  • Asimismo, problemas con el idioma en una empresa paneuropea
  • Los empleados se niegan a recibir órdenes en alemán o francés en las plantas de Alemania y Francia, respectivamente.
  • También por los traslados: en cada país consideran que en sus plantas sólo deben trabajar sus compatriotas. Ya saben, una empresa europea.
  • Y por supuesto, el control: franceses y alemanes pujan por mandar, sobre todo, ahora que va bien y Airbus ha recuperado terreno frente a Boeing.
En el seno de Airbus se vive una guerra civil. Por un lado alemanes y franceses pelean entre ellos por ver quién es más fuerte y consigue mandar más, y por otro, ambos se unen contra los españoles. Esto se ve en los diversos problemas con el personal que hay en el grupo aeroespacial europeo que tiene como Ceo a Tom Enders (en la imagen) y a los que se suman los fallos del español  A400M, fallos que, por cierto, no se pueden achacar a España. Este avión militar de transporte de tropas aspiraba a ser el sustituto del Hércules, pero ahora falta mucho para eso. El avión acumula fallos de aerodinámica y turbulencias, entre otros, que dificultan los saltos de los paracaidistas e impiden el abastecimiento en vuelo -dos requisitos exigidos por los ejércitos europeos-. Fallos por los que el proyecto acumula retrasos y además, ya ha superado en 7.000 millones de euros el presupuesto inicial (20.000 millones). En el entretanto, alemanes y franceses usan el accidente que tuvo el A400M el año pasado en Morón de la Frontera (Sevilla), en el que fallecieron cuatro militares españoles y otros dos resultaron heridos de gravedad, como arma arrojadiza contra los españoles, desprestigiando la imagen de nuestra ingeniería aeronáutica. Pero, según fuentes internas de Airbus, el accidente no fue por nuestra culpa, sino por un fallo en el software de los motores, el cual fue realizado por Hispano Suiza, una empresa del grupo francés Safran. Pasemos ahora a los problemas con el personal en esta guerra civil que se vive en el seno de Airbus. Está el tema del idioma, pues los empleados se niegan a recibir órdenes en alemán o francés en las plantas de Alemania y Francia, respectivamente. Y es que hay muchos trabajadores de otros países que prefieren recibir las órdenes en inglés, por ejemplo, para que todos puedan entender y no se les pueda acusar luego de haber realizado mal su trabajo. También hay que mencionar la cuestión de los traslados. Esto es algo normal en una gran empresa, pero en esta no se vive precisamente así, sino sobre todo como una lucha entre alemanes, franceses y españoles, siendo éstos últimos el eslabón más débil por su reducida planificación. Incluso, se ha llegado a las manos en algunos casos: batallas por nacionalidades. O sea, la Unión Europea. Y por supuesto, no podemos olvidar el tema del control. Franceses y alemanes pujan por mandar en Airbus, pues cada uno posee un 11% del capital (a través de las empresas públicas SOGEPA y GZBV, respectivamente), mientras que España sólo es dueña de un 4% (a través de la SEPI) y hay un 74% en manos de free float. Una lucha que se produce con más fuerza ahora que Airbus va bien y ha recuperado terreno frente a su gran rival, el estadounidense Boeing. Cristina Martín cristina@hispanidad.com