Los historiadores del mañana se las van a ver en figurillas para resumir la gestión de este Gobierno en general y de su vicepresidente, Pablo Iglesias, en particular. Porque todo lo que hace don Pablo resulta “histórico”. Y así, este ha sido el Consejo de Ministros del Ingreso Mínimo Vital (IMV) que va a oscilar entre 462 euros por persona y hasta los 1.015 euros por unidad familiar (perdón, convivencial) de dos adultos y dos hijos.
Dice el ministro José Luis Escrivá que el coste inicial puede ser de 3.000 millones de euros. No tiene por qué llegar a ello, porque el IMV, con otros nombres, ya es una realidad en toda España, de la mano de las comunidades autónomas y generalmente por una cantidad mayor. Así que el Estado central sólo ha subido el límite y se propone complementar. O dicho de otra forma: mucho ruido y pocas nueces.
Pablo Iglesias entra en éxtasis: “Ha nacido un nuevo derecho social en España”. Y gracias a él solito
Naturalmente, a cambio de nada, de ninguna prestación. Usted cobra sin límite de tiempo. Ni tan siquiera se le exige la obligación de coger un empleo si se lo ofrecen.
Ya saben, incumpliendo el precepto paulino (de Pablo de Tarso, que naturalmente no era tan inteligente como Pablo Iglesias) de que “quien no trabaje que no coma”.
Y digo yo: ¿No sería mejor exigir algo a cambio de esa percepción, como cuidar ancianos o limpiar las calles? Y aún más, ¿no sería mejor utilizar ese dinero para dar un empleo al que no lo tiene? Podría ser mejor pero no “histórico”.
IMV sí pero el salario maternal seguirá en los 100 euros al mes y tan sólo hasta los tres años
Luego está la propaganda. Por ejemplo, eso de que el IMV va a crear empleo y va a acabar con la economía sumergida. Pero hombre, si España está llena de empleadas domésticas y pinches que no quieren que el empleador les meta en la seguridad social porque pierden su IMV…
Pero así lo soltó hasta una de la cabezas menos majaderas del ejecutivo, la vicepresidenta económica, y medio saliente, Nadia Calviño.
Y lo más importante: los pobres no van a salir de pobres pero, encima, se les va a estigmatizar como pobres. Porque mire usted, el español de bien (con el resto no me meto, votan todos a Podemos) no quiere limosnas, quiere trabajo.
El ingreso mínimo vital (IMV) sería aceptable… si fuera temporal
Todo ha resultado una monumental puesta en escena. Lo que ha ocurrido es que Sánchez ha promulgado la sopa boba, lo que en la práctica podríamos traducir así: hay que vivir de los padres hasta que se pueda vivir de los hijos. Algunos lo hemos intentado con escasa suerte.
Y en la función ha participado, como estrella invitada, Pablo Iglesias quien ha aprovechado para entrar en éxtasis: “Ha nacido un nuevo derecho social en España”. Gracias a él, mismamente.
Y la pregunta que suscita el nuevo derecho (histórico, como creo haber dicho antes) es la siguiente: ¿quién trabajará por 950 euros cuando puede cobrar hasta 1.015 sin dar ni golpe y a cambio de nada?
Pero lo mejor, lo que ninguno de ustedes puede perderse, es que mientras Pablo Iglesias, un hombre sincero, aludía a los poderes mediáticos que se han opuesto a su IMV, RTVE, un ente libre, preparaba justo para el final de la rueda de prensa de Iglesias, Montero y Escrivá, una entrevista con… ¡el padre Ángel!, aplaudiendo, a punto de la lágrima la iniciativa gubernamental.
La pobreza no es un mérito, sino una desgracia. No se sale de ella mediante subvenciones, sino con empleo
Luego aparecieron dos inmigrantes, naturalmente monoparentales, asegurando que, una de ellas, madre de un niño y esperando otro; la segunda madre de cuatro pero a cargo de dos, que sólo recibía (la joven) 100 euros de salario maternal por hijo.
Pues mire usted, señor vicepresidente, histórico hacedor de derechos, ahí tiene otra medida histórica: en lugar de alimentar vagos con la sopa boba del IMV, apoye a las madres con una salaria maternal adecuado. Una madre nunca está ociosa y ofrece algo a cambio de la subvención: nada menos que capital humano y futuros contribuyentes.
Pues bien esa madre no cobra 461 euros al mes sino 100, pelados, y deja de cobrarlos en cuanto el niño cumple los 3 años cuando, al parecer, deja de comer. E insisto: ella sí aporta algo a la sociedad.
Pero claro, lo del salario maternal suena a maternidad -¡Qué horror!-, lo de ingreso mínimo vital queda muchísimo mejor. Y además, los menores no votan.
Por último, la pobreza no es un mérito, sino una desgracia. Si alguien lo está pasando mal la sociedad debe ayudarle. Pero eso no es un derecho.
Un último detalle, de cierta hipocresía, del señor Iglesias: dio las gracias a la labor asistencial de las parroquias… en las que no se podía entrar para rezar pero sí para pedir comida… que no proporcionaba el Estado.
El ingreso mínimo vital disparará el fraude, la economía sumergida… y el paro
En definitiva, la filosofía que subyace tras el ingreso mínimo vital es antigua: hay que vivir de los padres hasta que se pueda vivir de los hijos. Pero si no se puede vivir de los hijos siempre podremos hacerlo de Papá Pablo.
Es la profesionalización de la miseria.