Durante el primer tercio del siglo XX eran famosos los debates -la gente pagaba por verlos- entre dos progres y dos cristianos: los dos primeros eran el socialista fabiano George Bernard Shaw y el escritor de ciencia-ficción Herbert George Wells, un precedente de los trashumanistas actuales, prototipo del maquinismo redentor y del progreso indefinido en general.
Enfrente los dos católicos inventores del distributismo, o defensa liberal de la pequeña, ojo pequeña, propiedad privada, tan opuesta al comunismo como al capitalismo: el historiador Hilaire Belloc, autor de El Estado Servil y Gilbert K. Chesterton quien, al menos para los lectores de Hispanidad no necesita presentación.
Los cuatro personajes, tres de ellos dotados de una mala leche increíble, el cuarto, Chesterton, pertrechado con la mejor retranca de los cuatro, tenían una virtud común: respetaban al contrario, creían en su rectitud de intención y en su entidad intelectual. Y así, se recuerda que tan sólo se vio llorar una vez en la vida a Bernard Shaw: en el funeral de Chesterton.
Digo esto porque marca las dos diferencias entre los cuatro monstruos ingleses -bueno, uno irlandés- del siglo XX y las elecciones madrileñas de hoy mismo, siglo XXI: respeto al otro y a los argumentos del otro, por encima de las diferencias. Además, discusión de conceptos, no de imágenes, que es a lo más que hemos llegado en esta época de decadencia. Por ejemplo, en la campaña electoral del 4-M.
Y así, nos encontramos a José Félix Tezanos, director del CIS, organismo público de gran prestigio demoscópico, insultando desde la revisa socialista Temas, incardinada en la Fundación socialista Sistema, a la candidata del PP. Tezanos firma un artículito-libelo, archipedante, donde califica a Isabel Díaz-Ayuso, como un “globo de aire que no tiene nada dentro”, más otras lindezas del mismo cariz, para concluir que Ayuso es una idiota integral… ‘quod erat demonstrandum’.
Lo de menos es la pedantería del viejecito Tezanos. A fin de cuentas, el universo político actual está poblado por una colección de ‘snobs’ pedantes que emplean un lenguaje tan bobo como ininteligible, no porque sean muy profundo sino porque, como toda pedantería, resulta insufrible para semejar intelectual.
¡Ay, José Félix!: ¿no te das cuentas de que opones, al presunto cerebro reducido de doña Isabel Díaz Ayuso, el igualmente reducido cerebro de don Pedro Sánchez?
Ahora bien, el pedante siempre lleva en el pecado la penitencia: si la gente, de izquierdas y de derechas se está distanciando de la clase política es por la prosapia vacía, tan vacía como el globo de Ayuso, con la que escribe Tezanos o predica Pedro Sánchez.
Si Ayuso cae simpática, a pesar de las tonterías que dice de vez en cuando -que las dice- es precisamente por su sencillez, porque evita esa pedantería tezaniana rayana en la cursilería que practican Pedro Sánchez o Pablo Iglesias, más cursis que un repollo con lazo rojo.
En su libelo, el pedantón Tezanos también ha calificado a los votantes de Ayuso como “tabernarios”. Y esto es bello e instructivo porque esa, mismamente, fue la acusación que Wells lanzara a sus dos oponentes para glorioso regocijo de estos: Chesterton y Belloch han rodeado al cristianismo de un halo tabernario.
Y así era. Primero porque los dos católicos eran dos amantes del buen vino y la cerveza (en lo primero, coincido con ellos, no así en lo segundo, que los católicos somos ‘mucho’ pluralistas), mientras Shaw era un triste vegetariano y HG Wells, profeta del futuro, vivía un eterno presente atildado y obsesionado con la báscula.
¡Ay, José Félix!: ¿es que no te das cuentas de que opones, al presunto cerebro reducido de doña Isabel Díaz Ayuso, el igualmente reducido cerebro de don Pedro Sánchez… encima retocado por su estilo rococó de “los ciudadanos y las ciudadanas”?
A ver si en lugar de prestar tu último servicio a la causa del PSOE en el 4-M le has dado la puntilla.
Tranquilo, seguro que no. A fin de cuentas, ¿quién lee Temas? Los periodistas, que llevamos décadas siendo los más asiduos, a veces únicos, lectores de nosotros mismos.
En cualquier caso, el halo tabernario nos salvará. Gane quien gane hoy, martes 4 de mayo, en Madrid, una copa de buen vino al coleto nos permitirá pensar con la mente clara, que no abierta.