• La entidad se 'aragonesiza', y eso es bueno, pero el problema es la deuda.
  • Para Franco, lo mejor sería salir bolsa y mantener la mayoría de control en manos de la Fundación.
  • Pero ahora es muy difícil de conseguir. Debió hacerlo antes.
  • Amado Franco es otro de los resistentes a la bancarización forzosa de las cajas de ahorros. Ojalá lo consiga.
  • Lo peor de su estilo de gestión: la indecisión.
Los cambios en el Consejo de Ibercaja, con consecuencias laterales en el equipo directivo nos acercan al momento de la gran decisión, la que tendrá que tomar el hombre fuerte de la entidad aragonesa, Amado Franco (en la imagen): buscarse un socio, aprovechando la obligación de reducir, o bien salir a bolsa. Empecemos por el final: Franco lo que quiere es salir a bolsa. No porque le gusten los mercados, que no le gustan. Él es un cajero, unos de los resistentes que intenta demostrar aquella maravilla que fueron las cajas de ahorros, la mejor aportación de España a las finanzas mundiales. Ahora bien, entre el PSOE y el PP se cargaron las cajas de ahorros y han obligado a crear una llamada Fundación bancaria, las antiguas cajas, poseedoras de un banco SA, que en este caso se llama banco Ibercaja. Franco, como Isidro Fainé en Cataluña o Braulio Medel en Sevilla, se han resistido, pero han tenido que acabar por ceder. De hecho, Franco, al revés que Fainé, decidió abandonar la Fundación, el propietario, para quedarse como presidente de Ibercaja. Y los cambios ejercidos han servido para hacer más aragonesa Ibercaja, porque las cajas de ahorros aportaron muchas cosas buenas (lucha contra la usura, dividendo social, soporte accionarial e industrial) y, además, la localización del crédito, su relación directa con su ámbito regional o provincial de cobertura. Ibercaja se aragonesiza. Ahora bien, el problema no es de cambios en la gestión porque la gestión de Ibercaja no es mala. Lo que ocurre es que la propia regulación bancaria y la asfixia a la que la autoridad sometió a las cajas le han apalancado en exceso. En plata: que el problema de Ibercaja, la gran decisión de Amado Franco, consiste en: o bien buscando un socio, que reduzca la participación de la Fundación desde el casi 90% actual al 51% (vale, 49,9%). Por eso, el Ceo de Ibercaja habla de una próxima salida a bolsa. Hace bien, es lo que quiere Amado Franco y el Consejo. Ahora bien, no es sencillo. Hasta Liberbank, con un balance más flojo, salió a bolsa, pero ojo, se vivía otro momento en los mercados. Ahora mismo, a la banca es el sector-desecho bursátil, como explicábamos ayer martes en Hispanidad. Y encima, la política del BCE ha hundido a Ibercaja y a toda la banca al por menor. Y claro, no es que los pequeños gestionen mejor que los grandes, es que los bancos locales, pequeños, los que desarrollan la mejor labor al servicio de la sociedad, lo tienen más difícil con estos tipos de interés y se convierten en dependientes de sus esclavistas. En el caso de Ibercaja, como en el de otros, del BCE. Sí, la opción de bolsa, que ofrece propietarios pequeños en lugar de un socio, que en un futuro próximo puede convertirse en tiburón. Ese es el defecto que le achaco a Amado Franco, por lo demás un buen gestor: es muy indeciso. No puede convencer al mercado para levantar capital en una salida a bolsa y con el apalancamiento actual y, al mismo tiempo, contratar a intermediarios para colocar un paquete que podría superar el 25%. O lo uno o lo otro. Y el reloj sigue avanzando. Eulogio López eulogio@hispanidad.com