Recapitulemos: las fusiones bancarias que están actualmente en marcha son Unicaja-Liberbank, Caixabank-Bankia y BBVA-Sabadell, aunque esta última está en un estadio muy preliminar. Sea como fuere, se empieza a dibujar el futuro del sector en nuestro país, a la espera de la configuración del gran banco español que persiguen Luis de Guindos y Nadia Calviño: Santander-BBVA.
¿Qué ocurre con las entidades medianas como Abanca, Ibercaja o Kutxabank? Ante esta segunda ola de fusiones, la entidad con sede en Zaragoza ha vuelto a mostrar su carácter aragonés y se niega a participar en el proceso, es decir, seguirán en solitario sí o sí. Ni Amado Franco, presidente de la Fundación Ibercaja, dueña del 87,8% del banco, ni José Luis Aguirre, presidente de la entidad, ni el CEO Víctor Iglesias, que no manda tanto, pero es quien trabaja, están dispuestos a fusionarse, y mucho menos a ser absorbidos. ¡No pasarán!
Fusión no y salida a bolsa… tampoco, al menos hasta que el mercado se normalice. De momento, y debido a la pandemia, el Gobierno ha retrasado la salida a bolsa, prevista para este año, hasta 2022. Visto lo visto no se puede descartar una nueva prórroga.
Mientras tanto, la entidad afronta un ERE que podría afectar a 790 empleados, el 15% de la plantilla, y supondrá el cierre de 220 oficinas, el 21% de la red. No será sencillo. Tras la primera reunión -miércoles 18-, los sindicatos calificaron la oferta de “muy insuficiente”. El descontento era patente. “Esta oferta es un insulto para la plantilla”, aseguraron los representantes de los trabajadores.