Las posturas enfrentadas entre los dos principales accionistas de Siemens Gamesa, la alemana que controla (59%) y la española Iberdrola que hace valer su 8%, han estallado. Pero, ojo, ese combate no se ha detenido para la eléctrica que preside Sánchez Galán y tiene un claro objetivo: obligar a la CNMV, que ya conoce las quejas, para replantearse la exigencia de la que eximió a Siemens al aprobar la fusión: el lanzamiento de una OPA.
Ese es el trigo entre la mucha paja. Es lo importante, ya me entienden, porque se trató de una dispensa muy especial, que ha consentido en muy contadas ocasiones, como en Iberia, y que está condicionada, naturalmente, a una serie de cumplimientos. Esa cuestión, sin embargo, no se despejó en el encuentro entre Sánchez Galán y el presidente de Siemens, Joe Kaeser, que también se vio las caras con el lehendakari Íñigo Urkullu. Un capítulo más del paripé alemán.
Iberdrola celebra Junta de Accionistas el próximo viernes, 13. Aunque no está en el orden del día abordar lesa cuestión, sobrevuela entre las preguntas de los accionistas, a los que también inquieta la espinosa relación entre las dos compañías. Tiempo al tiempo.
Los dos pueden perder, como proveedor o clientes, más allá del desencuentro como accionistas
En paralelo, Siemens Gamesa es uno de los grandes proveedores de Iberdrola. El interés porque la amaine la tormenta es recíproco. Los dos pueden perder en ese combate, aunque más la eólica que su cliente, para la mayoría de los analistas, que no ven efecto en las cotizaciones en bolsa.
Recientemente, de hecho, la eléctrica adjudicó a Vestas -primer fabricante y, por tanto, competidor directo de Siemens Gamesa- una parte del contrato de mantenimiento de los aerogeneradores en España y Portugal.
El encuentro entre Kaeser y Galán sirvió de poco, básicamente porque dejó donde estaban los dos focos de discrepancia de Iberdrola, las mejoras en el gobierno corporativo y la ratificación de la sede, que Siemens obvió.
Las dos cuestiones tensionaron la junta de accionistas celebrada en Zamudio (Vizcaya) con un balance claro en las votaciones: la soledad de Siemens, a la que ningún accionista, minoritarios y fondos, apoyó, especialmente en la reclamación para frenar los abusos de la alemana.
Rosa García sabe que las exigencias de Galán afectan a la finalidad industrial y también depende de ella no terminen en los tribunales
En el entretanto, hasta la propia presidenta de Siemens Gamesa, Rosa García, se ha salido por la tangente al incluir su cargo en el pacto parasocial de la fusión. Es la cara del gigante alemán que sobrevivió gracias a esa fusión y en consecuencia la nueva gran filial eólica, pero con la gestión del consejero delegado, Markus Tacke, también de Siemens.
El proceso tampoco se quedó ahí y se prolongó entre fugas y recambios, como el nombramiento del director de la asesoría jurídica, Jürgen Bartl, que no sabe cabe castellano ni conoce el derecho español.
Las exigencias de Iberdrola afectan a la finalidad industrial, a la ejecución del plan de negocio tras la fusión y el refuerzo del trabajo de los consejeros. De eso depende, en fin, que el conflicto amaine y no termine en los tribunales.
Por extensión, el desacuerdo afecta también a la plantilla, teniendo en cuenta peso alemán en las decisiones. De hecho, no ha cerrado acuerdos con los sindicatos para los ajustes en España, como sí ha hecho con las centrales sindicales germanas, y podría seguir adelante con la liquidación de plantas como la de Miranda de Ebro.